Hace tiempo dejó de ser tabú defender la legalización del cannabis. La reciente regulación de la venta de esta droga blanda en Uruguay y en Colorado (EEUU) abre nuevas expectativas. Se calcula que en todo el mundo hay 160 millones de consumidores de maría. Aquí, 3,2 millones de españoles dice fumarse al menos un porro al mes. La prohibición es, pues, un fracaso. El gran negocio del crimen organizado es siempre el de los tráficos prohibidos y este es uno de ellos con todas las secuelas delictivas que comporta. Cuando en el mercado se venden libremente sustancias adictivas como pueden ser el alcohol o el tabaco no tiene mucho sentido que se penalice el cannabis. Ahora sería el momento de enfrentar la cuestión en un sentido liberalizador. Pero desde el Gobierno lo que se contempla es un retroceso. El anteproyecto de ley de seguridad ciudadana multiplica por tres la sanción mínima por posesión de marihuana y penaliza el cultivo para uso personal. Desde la Administración se justifica la negativa a legalizar esta droga porque las mafias que acaparan este mercado controlarían el negocio. La venta legal de alcohol y tabaco demuestra lo contrario.