A lo largo de todo este domingo el barrio zaragozano de La Almozara celebra su ya tradicional Feria del libro aragonés. En los jardines ubicados al norte del palacio de la Aljafería autores y editores de Aragón acuden cada año a mostrar sus novedades. No es mal sitio.

El nombre del llano de la Almozara recuerda el rico pasado árabe de la ciudad de Zaragoza. En esa lengua, la palabra almusara tiene un doble significado: es a la vez un campo o finca donde se siembran cereales y también un lugar en el que se celebran manifestaciones festivas, sobre todo alardes, torneos y desfiles militares. Y eso fue precisamente a lo largo del siglo XI la Almozara de Zaragoza. En ese amplio espacio entre el río Ebro y el palacio sede de los reyes de la taifa de Saraqusta se organizaron paradas militares del ejército de la dinastía de los Banu Hud. En ese llano desfiló en varias ocasiones Rodrigo Díaz de Vivar, cuando fue, entre 1081 y 1086, el principal general y defensor del reino musulmán de Zaragoza. Sí, Rodrigo sirvió a las órdenes de sus reyes Al-Muqtádir, Al-Mutamin y Al-Mundir. Sí, el Cid, ese extraordinario personaje, tan manipulado y tergiversado, al que Per Abat dedicó un grandísimo poema épico en el que fundió varios relatos y crónicas históricos, canciones de gesta, guías de viajes, romances y poemas, creando una de las epopeyas más sublimes de la literatura medieval europea, dirigió las tropas musulmanas saraqustíes y las dirigió contra los cristianos aragoneses, riojanos y barceloneses.

La Almozara también había sido testigo, tres siglos antes, en el verano del año 778, del asedio que Carlomagno cerró sobre Zaragoza, y que tuvo que abandonar de manera precipitada cuando recibió la noticia de que los sajones se habían rebelado en la frontera norte de su reino. Al retirarse, la retaguardia del ejército carolingio fue sorprendida en una emboscada en algún valle del Pirineo (¿Roncesvalles, Siresa?), y trescientos años después un poeta llamado Turoldo escribió la Canción de Roldán, el otro gran poema épico europeo, sobre este hecho.

Así, la Almozara y Zaragoza fueron escenarios privilegiados de las hazañas de los dos héroes que inspiraron las dos canciones de gesta más famosas de la literatura medieval.

En estos tiempos atribulados, no está demás recordar estas cosas, porque los contemporáneos somos herederos de aquellos tiempos, de aquellos poetas y de aquellos héroes, aunque no lo parezca. Menos mal que de vez en cuando las ferias de libros como la de la Almozara nos lo recuerdan.

*Escritor e historiador