No es secreto para nadie que el trasvase del Ebro será una orgía de cemento y que los mayores beneficiarios serán las grandes constructoras del país. Es el argumento que más hacen oír los aragoneses y los catalanes ante los oídos sordos del ministerio de Medio Ambiente. En la larga polémica del trasvase, los colegios profesionales rara vez se han pronunciado, y sólo el presidente de los colegios de Ingenieros de Caminos de España, Villar Mir, ha defendido con ardor la obra, quizá porque es el máximo responsable de OHL, una de las mayores constructoras del país. Debe ser por eso que las grandes firmas de construcción se han ofrecido a adelantar las obras del trasvase. Aunque Bruselas no haya comprometido ningún euro para la financiación, las constructoras quieren amarrar el que será sin ninguna duda el mayor negocio del siglo, y quieren poner el dinero ya con la esperanza de que lo recuperarán sin problemas. Sobre todo si gobierna el PP.