Con frecuencia se oyen expresiones del tipo «me multaron el otro día por dejar cinco minutos el coche mal aparcado, se nota que quieren recaudar», o incluso titulares de periódico que dicen: «El Gobierno hace caja con las multas». En ambos casos se destila la idea de que al recaudar el Gobierno está haciendo algo malo, y si multa no es para corregir una conducta errónea y poco cívica, sino para recaudar, lo cual, como ya hemos dicho, es malo. Además, esas críticas suelen aderezarse con un poquito de demagogia diciendo que hay que educar y no sancionar porque como todos sabemos, si aparcas en una plaza reservada para discapacitados, tu perro se caga en el suelo y no lo recoges o si decides circular a 150km/h poniendo en riesgo la vida de los demás, es porque te falta educación, ya que no tenías ni idea de que esos comportamientos podían perjudicar a otras personas.

En realidad, las multas tienen dos finalidades. Una es castigar un comportamiento que habitualmente no es positivo para la sociedad, pero esta es la menos importante. La otra es servir como sistema de incentivos para que los comportamientos sean cívicos. Aparca bien, cierra el bar a tu hora respetando el descanso de los vecinos, no fumes donde no debes y no te multarán. El problema que tienen las multas en España es que no siempre sirven como sistema de incentivos, porque son iguales para todo el mundo (salvo para Espe) y eso no es justo. Pensemos en el caso de nuestro Rey emérito que esta semana y sin despeinarse ha regularizado deudas tributarias con sanción incluida por valor de 678.393€, o en la sonrisa de Froilán cuando cogía la multa de su flamante todo terreno. Froilán y ustedes pagan exactamente lo mismo por aparcar mal, pero estoy seguro de que a ustedes les hace más pupa y menos gracia.

Las sanciones, si son iguales para todos, no solo no son justas, que es lo de menos, sino que no incentivan a comportamientos cívicos de personas que, como Froilán, se parten de risa con una multa de aparcamiento que para él es calderilla y para usted un sablazo. Por ello, en países como Suiza o Finlandia las cuantías de las multas son proporcionales a los ingresos o riqueza de quien incumple. Imagínense que estacionar mal tuviera una multa del 0,5% de la renta. Si usted gana el salario medio español (24.000 euros) pagaría 120 euros, si usted es Amancio Ortega pagaría 3,2 millones de euros. Creo que es justo, pero sobre todo útil.