Se acercará la cuarta ola, pero las medidas preventivas acordadas esta vez son bien distintas a las vacaciones de Navidad. Hablar de desmadre, a excepción de los de siempre, es una exageración que sólo nos sirve para emborronar el paisaje y caer en generalismos peligrosos. Esta Semana Santa el interior de España está cerrado, los confinamientos perimetrales fueron aprobados casi por unanimidad y no hay desplazamientos posibles para ver a la familia ni a los allegados ni por dos ni tres días, no hay.

Nadie está intentando salvar la Semana Santa, ni incluso allí donde su celebración supone un peso importante en su economía regional. La dicotomía salvar la hostelería o la salud es cada vez un planteamiento menos común porque a lo que de verdad todo el mundo está esperando es al comienzo del verano. Parece que hay una tregua entre administraciones tendente a la resignación, y en espera de la única solución a nuestros problemas, el abastecimiento de vacunas en la medida que estaban previstas por la Unión Europea, que también parece afectada por una reacción resignatoria después del pecado inicial de la inocencia.

Vendrá una ola, pero no será como la anterior porque los más vulnerables están vacunados, muy pocos, menos de lo esperado por estas fechas, pero los mayores de 80 lo están. Porque el personal sociosanitario también, y la movilidad cercenada. Subirán los casos y los ingresos, porque ya sabemos que para que eso no se produjera tendría que estar vacunada la población de más de sesenta años y para eso faltan unos meses. Pero las causas de esta posible cuarta ola habrá que buscarlas en otro campo de explicaciones que no utilizamos para contar lo sucedido en enero de este mismo año, pero que tendrán un elemento en común, el de la responsabilidad individual, aunque a muchos no les guste oír.

Mientras tanto estamos esperando a Janssen, con sus 5,5 millones de vacunas para el segundo trimestre de este año. Haciendo cálculos que hasta ahora eran imposibles gracias a que solo se requiere de un pinchazo, y la velocidad para alcanzar los objetivos varía sustancialmente. Debe variar porque solo llevamos poco más de dos millones inmunizados por la vacunación.

Si esta vez las previsiones de las farmacéuticas se cumplen, sin piratería comercial, el embudo no estará en el número de dosis sino en el ritmo de administración del sistema. Todas las administraciones están presentando planes que ampliarán sus capacidades cuanto sea necesario, movilizando sanitarios y habilitando grandes instalaciones cuando sea necesario. A ver si en verano el debate entre salvar economías o vidas se da por realmente zanjado.