Pasa un poco con las peñas recreativas, las de las fiestas del Pilar, como con las peñas deportivas del Real Zaragoza, que siempre están a expensas del modelo referencial de ayuntamiento o club. Si este último pertenece a los socios o a una sociedad mercantil; o si el municipio alberga a los peñistas como animadores de calle o como programadores de festejos paralelos al programa oficial.

Este fue el paso que las peñas comenzaron a dar a finales del siglo pasado, en una línea que, edición tras edición, se ha venido desarrollando hasta hoy.

En pocos pilares, Interpeñas pasó de una agrupación meramente festiva, capaz de organizar charangas, actividades en sus sedes y un modesto ciclo de actuaciones en una carpa alzada con la ayuda complementaria de dineros y técnicos municipales a programar y organizar eventos de una manera casi autónoma. De organizar orquestas y verbenas, para entendernos, a contratar a Loquillo, a Juan Perro, Amaral y a otros muchos artistas de bastante más elevado caché que las atracciones de antaño. A fin de ofrecer niveles de calidad y garantías de orden, buen sonido, mejores barras, precios asequibles y publicidad tuvieron que constituir empresas que podían dar beneficios, ciertamente, pero también, mal gestionadas, pérdidas. Aprendieron a trabajar con promotores, managers, instaladores, diseñadores, agencias de seguridad... A convertirse, en definitiva, en una promotora o productora capaz de ofrecer conciertos diarios de muy buen nivel durante la semana festiva del Pilar y de poner a la venta miles de entradas o bonos, con las consiguientes responsabilidades y riesgos, hasta que de pronto ese modelo de celebración o explotación, o de ambas cosas, se acaba de romper, y sus inventores de escindir.

¿Qué pasará con los peñistas mañana y pasado? Probablemente una parte de ellos emprenderá el camino de regreso a sus orígenes, mientras otros querrán continuar desarrollando el actual modelo de negocio. Entre medias, el Ayuntamiento no lo tendrá fácil para dividir sus esfuerzos entre dos filosofías si no por completo opuestas, enfrentadas entre sí. Ojalá que esa ruptura no provoque más facciones ni fracture las Peñas y las Fiestas.