Lo vivido esta semana en el Congreso de los Diputados con la negativa de Pablo Casado a secundar la moción de censura de Vox contra el presidente Pedro Sánchez puede suponer un giro en la vida política del país, o no. No deja de ser como el resultado de un partido amistoso, en el que el equipo del PP, en este caso, ha causado una excelente impresión, ha resultado victorioso, pero la vida sigue y todavía hay muchos problemas por resolver. Hay muchos partidos oficiales por disputar. Lo que es evidente es que el líder popular ha marcado distancias con el ultra Santiago Abascal , y que esto no va a repercutir en exceso en los apoyos que necesitan los gobiernos populares de los hombres de Vox, como en el Ayuntamiento de Zaragoza o en el de Teruel, por lo que habrá que preguntarse qué va a pasar ahora, cuando ha iniciado el PP una carrera nacional por renovar ejecutivas provinciales, justamente empezando en Zaragoza y Huesca. ¿Los militantes acompañarán al líder en este nuevo viaje al centro? (si es que es así, que por ahora solo son impresiones) ¿Y los votantes? ¿Pensarán que la gaviota vuela alto, más centrada y por libre, como antes, o que se ha transformado en una gallina como aparece ya en algunos memes? Tiempo al tiempo.

Lo que parece evidente es que Casado tampoco quiere volver a ver esa foto de Colón. Igual que no la quiere Arrimadas y Ciudadanos ya está dando muestras de su cambio, ni incluso quiere saber nada de ella el PAR de Arturo Aliaga , el vicepresidente del Gobierno cuatripartito de Lambán . Todos estuvieron allí con los de Vox, pero no quieren saber nada ya. Es un paso. Habría que preguntarse por qué Casado no hizo lo de esta semana hace dos años, cuando la ultraderecha no había crecido tanto. Se va haciendo por etapas. Hace más de un año le interesó a los aragonesistas dar calabazas a Abascal, hace seis meses empezó la nueva lideresa naranja y ahora los populares. Escuchar a Casado ensalzar el europeísmo, o palabras amables hacia la inmigración o decir que la España que pinta Vox no existe es reconfortante. Bienvenido a este otro lado. Y los diputados populares aplaudieron a rabiar, como casi nunca habían hecho con su líder. Lo malo es que esos aplausos, con similar intensidad, son los mismos, y de los mismos parlamentarios, que hace cuatro días aclamaban las intervenciones de la exportavoz del grupo, Cayetana Álvarez de Toledo. Pero bueno, si a partir de ahora se ve ese fondo de moderación en las filas populares, se desmarcan de esa fiebre ultraconservadora, dejan de estar sometidos al color verde y empiezan a tener un perfil propio, tendremos más fácil la resolución de los problemas de este país.

Pero habrá que esperar. Porque decían las encuestas que los votantes del PP estaban mayoritariamente a favor de que los diputados populares votaran sí a la moción de censura... A ver cómo evolucionan ahora. De entrada tiene el partido una renovación en las provincias para ir preparando lo más gordo que será en un año. Los cambios en las ejecutivas provinciales del PP son la antesala de lo autonómico. En Aragón el modelo de Cayetana no existe. De hecho, nadie del partido le acompañó el viernes en su conferencia en ADEA en Zaragoza. El presidente regional, Luis María Beamonte , es un hombre moderado que no duda en alinearse con el Gobierno aragonés en momentos concretos de la lucha contra la pandemia. Dentro del partido tiene una buena conexión con Madrid, aunque son ellos los que deciden los cambios. El secretario general, Teodoro García Egea , es quien busca un perfil similar a él en la persona de Ramón Celma para sustituir a Javier Campoy en Zaragoza. No corre peligro, aunque quizás falta una estructura con más peso e influencia en el partido regional. Y ahí es el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón , quien más sobresale, aunque no es su momento. Su guerra no es ahora en la provincial. Todos ellos, en cualquier caso tienen un discurso mucho más de centroderecha que el que había por Madrid hasta ahora. Lo que no quiere decir que el alcalde quizás tiene que ceder en su gobierno municipal para que los de Vox, que seguro que le hacen más complicadas ahora las negociaciones en cuestiones como los presupuestos, sigan dándole sus votos. Pero ahí quedará todo.

Ojalá el partido amistoso de la moción de censura no sea un espejismo. Los populares tienen que seguir creciendo en este país para que la ultraderecha frene su escalada, si no, mal le irá a España. El programa de gobierno de Abascal es toda una dictadura, una vuelta a aquellos tiempos que ahora ya solo se empiezan a contar en los libros de la España franquista. Pero las impresiones, sensaciones, buenas palabras de Casado en el Congreso tienen que ir acompañadas ahora ya de hechos concretos. Ni conspiraciones, ni impulsos anticomunistas, ni defensa a muerte de la monarquía porque está en peligro. Este país necesita intentar salir de esta crisis sanitaria que ha provocado otra económica y social y esa debe ser la tarea, también de la oposición. En Aragón se está haciendo desde las filas conservadoras y nada debe impedir la continuidad. Porque si España y Aragón salen de esta, los partidos, y el PP también, saldrán del atolladero.