Un año más ha empezado el sainete de los Presupuestos Generales del Estado. Es el proyecto vital para todos los españoles. Pensionistas, funcionarios, estudiantes, trabajadores en general, personas y compañías que tributan a Hacienda, organizaciones y colectivos que reciben subvenciones y ayudas... Y también todos los ciudadanos en general que pelean por una mejora en las infraestructuras de todo tipo. Este año, el proyecto del Gobierno de Pedro Sánchez nace como todos, es decir, con el rechazo de todos los partidos de la oposición (aunque los planes del Ejecutivo sean buenos en general, la táctica política es siempre buscar cifras negativas para una u otra comunidad, comparaciones entre territorios...) y con la incógnita de qué cantidad de planes de obras y demás que incluyen los presupuestos de este año se habrán ejecutado cuando lleguemos al 31 de diciembre.

Pero además, en esta ocasión surge la gran incógnita de si los presupuestos socialistas serán aprobados o no, porque para ello debe repetirse la mayoría que surgió en la moción de censura que desalojó en junio pasado a Mariano Rajoy de la Moncloa. Y a día de hoy se ve difícil (que no imposible) que Podemos, PNV, ERC, PDECat, Bildu y Nueva Canarias voten juntos con el PSOE. De no ser así, se abrirá una gran incógnita política y todo lo que hayan dicho los partidos que ahora lo rechazan, como las opiniones socialistas y de otros a favor, no tendrán ningún sentido. Pero es el sainete, y el debate político es así.

Es verdad que hay mucho aumento social en temas como la dependencia, o las becas de estudios, y también es un buen comienzo ver cómo la inversión en Aragón subiría este año un 32%, e incluso que la provincia de Teruel es la que más aumenta de España porcentualmente en dinero a invertir. Es un inicio que debería mejorarse mucho más con las enmiendas que durante la tramitación del proyecto (si ninguna enmienda a la totalidad sale adelante y puede seguir su proceso normal en el Congreso y el Senado) puedan ser aprobadas por los grupos políticos y ahí se debería actuar más por territorios que por partidos. Pero no será así, casi con toda seguridad.

Vamos, como siempre. Y eso es una de las cuestiones negativas de este proyecto de presupuestos. Son un proyecto que, para Aragón, en cuanto a infraestructuras y obras en general, es lo de siempre. Las principales partidas económicas van destinadas a proyectos que ya están en marcha y no hay previstas nuevas obras. La pregunta clave es esa. ¿No es el momento de dar una vuelta de tuerca a las ideas y ser un poco originales? ¿Por qué ningún gobierno es capaz de idear un proyecto novedoso para Aragón desde el Gobierno de España? Es verdad que hay muchas cosas pendientes: la solución a las carreteras N-II y N-232, las obras de Biscarrués, las de Yesa, acabar la interminable A-23, variante de Jaca incluida, la A-21, la A-22 o la A-14... Por no hablar del Canfranc o el Parador de Veruela. Y puede parecer absurdo no acabar estos proyectos y pensar en otros nuevos, pero la originalidad brilla por su ausencia.

Y ya que ha habido una moción de censura, que el Gobierno ha cambiado de partido, que en Aragón también están al frente del Ejecutivo los socialistas (pese a las diferencias) y que el año es electoral y hay que jugarse la continuidad o no durante los próximos cuatro años, podría haber sido un buen momento para terminar lo que está empezado, incluso con plurianuales, pero poder empezar algo nuevo. Pero resulta que no,

Quizás hubiera sido un buen momento para incluir una partida para un gran proyecto contra la despoblación, del que tanto se llenan la boca todos los políticos (de todos los partidos) y otra para esa transición ecológica que, de la mano de Endesa, se ha empezado a hacer en las cuencas mineras de Teruel, con epicentro en Andorra. Quizás se lo reservan los socialistas nacionales para las enmiendas y nos da la sorpresa esta semana la ministra Teresa Ribera que tiene previsto recorrer la zona el próximo miércoles...

En cualquier caso, aunque sin originalidad alguna, con muchas partidas plurianuales que, por otra parte, son las que van consolidando los proyectos, y con un intento por recuperar mucho de lo que la crisis y el Gobierno de Rajoy nos quitó durante sus años de mandato, los presupuestos que ha presentado la ministra María Jesús Montero son un primer paso en positivo. Hace falta apuntalar algunas cuestiones de obras e infraestructuras (porque en cuanto a temas sociales es uno de los mejores proyectos, en muchos años) y para eso si hay tramitación parlamentaria es el momento. Y después, si se aprueban, que se ejecute. Que tantos ríos de tinta gastados deben servir para algo.

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