El proyecto para la Romareda del arquitecto Lamela (autor de importantes intervenciones sobre significados campos de fútbol) resuelve la práctica totalidad de los problemas que a priori planteaba el mantenimiento del estadio sobre su actual solar. Su propuesta es muy sostenible en lo urbanístico y sólo cabe advertir que será preciso garantizar al máximo la compatibilidad entre las fases de la reconstrucción y el desarrollo de los encuentros en las dos próximas temporadas.

Desde esta perspectiva, no hay que poner impedimento alguno a que esta operación Romareda y sus acciones complementarias se integren en el programa Expo 2008. Todas las grandes obras que tiene pendientes la ciudad para ese periodo han de formar parte de un mismo plan estratégico orientado a que dentro de tres años Zaragoza esté lista para presentar una imagen óptima. Es cierto que la reconstrucción del estadio futbolístico ha dado lugar a fuertes disputas políticas y a no menos apasionados debates ciudadanos; pero no es menos verdad que en el fondo de la cuestión flotaban dudosas operaciones inmobiliarias que ahora van a despejarse de manera óptima. La Romareda se queda donde está, reconvertida en un nuevo edificio emblemático. ¿Por qué no?