Que Felipe González sigue manteniendo un claro ascendiente sobre el PSOE es algo que nadie duda.

No siempre ocurre tal cosa con los ex. Así como José Luis Rodríguez Zapatero y José María Aznar, por ejemplo, parecen pintar poco en los devenires de los suyos, Felipe sigue siendo Felipe, y cuando alumbra una nueva idea o estrategia hay que tenerla en cuenta.

Su última propuesta ha sido la de estudiar un gobierno de coalición con el PP de Mariano Rajoy.

Algo que a Alfredo Pérez Rubalcaba le ha cogido completamente por sorpresa, y que le ha irritado en grado sumo, dentro de que es hombre de maneras controladas y elevado dominio de sí, por lo que raramente traslucen sus controversias íntimas. Pero al comentar la propuesta de González (al negarla, al desestimarla) el rostro enjuto y ascético de Rubalcaba evidenció tormento interior.

El que seguramente está sufriendo estos días el líder socialista al comprobar que nada en la campaña de las europeas le augura una victoria de Elena Valenciano. Y, si se produce, será tan justa que habrá que considerarla como un triunfo pírrico. En consecuencia, puede salir esquilmado.

Tanto, que nada me extrañaría se esté organizando ya una alternativa interna. Carme Chacón, que se había ido a Miami, podría estar a punto de volver para empuñar la segadora de césped y cortarle a Rubalcaba la hierba bajo los pies. El argumento de los chaconistas sería tan simple como la aplicación de los resultados electorales del 25 de mayo al futurible socialista. Si Rubalcaba no gana ahora, con el paro, los recortes, los indignados, con las huelgas, la corrupción, la desafección... ¿cuándo piensa ganar?

¿Y cuánto tiempo lleva Rubalcaba estancado en una intención de voto del 26%? Las encuestas le atribuyen una y otra vez esa pésima expectativa, y no parece que todas se vayan a equivocar todo el tiempo.

Mientras tanto, el Partido Popular, feliz al deducir que los planes de Felipe de un gobierno de coalición les benefician claramente, alimenta ese globo sonda y adula a González por su doble capacidad de hombre de Estado y cancerbero de sus siglas.

Y es que, si gana el exministro Cañete, a Rubalcaba le van a espetar: apaga y vámonos.