¡Guau! qué peligro tiene el señorito Pedro Sánchez. Méritos no le faltan. Ha llegado a ser el primer

líder socialista respaldado por el voto directo de las bases. Se ha hecho con el 49% de los apoyos de los militantes y cuenta con el parabien de la gran mayoría de los barones, en tiempo récord, algo que pone de manifiesto su gran poder de persuasión. Interesante es su cualificación profesional, muy por encima de la media política española: doctor en Economía, Master en Política Económica de la UE, en Liderazgo Público, políglota, profesor universitario, buena planta, estilo y formas. Todo un partidazo de hombre. Pero al recién elegido secretario general le han faltado horas para decir "donde dije digo, digo Diego". Vamos, que las primarias en noviembre como prometió, ahora habrá que decidirlas "entre todos", pero ya baraja para después de los comicios de mayo de 2015. Así, gana tiempo, se consolida como líder y tiene contentos a buena parte de los popes. Jugada perfecta, si no fuera porque existía un compromiso previo de partido de que fueran este año. Los compromisos no parecen ser lo suyo. De muestra, su debut: la redada interna que protagonizó con sus eurodiputados, ordenándoles votar en contra de la investidura de Juncker como presidente de la Comisión Europea, traicionando a su grupo europeo y a los conservadores, con los que ya se pactó el reparto de cargos y políticas. ¿Inexperiencia o actitud zapaterista?. No lo sé, pero pocos escrúpulos, quizás.

Periodista y profesora de universidad