Quién le iba a decir al exquisito y todopoderoso Mr. Rato, aquel que tanta gloria cultivó en el pasado (ministro de Economía; vicepresidente del Congreso; el mayor pope español en la escena internacional, suyo fue el cargo de director gerente del Fondo Monetario Internacional en el que recibió honores de jefe de Estado; director general del banco de inversión internacional Lazard; consejero de Criteria y Telefónica; y presidente de Caja Madrid, desempeño por el que ahora le premian), que un día correría la misma suerte que su padre y su hermano, ambos encarcelados por evasión de capitales. Hoy, Rato el travieso, que estará entre rejas por gastar millones de euros en tarjetas black, pide perdón después de nueve años de chulería, altanería, ningún signo de arrepentimiento, y una buena dosis de postureo victimista. Ahora se arrepiente el que siempre mantuvo la teoría de ser una cabeza de turco del PP. Una lástima que vaya a ser condenado a algo más de cuatro años de cárcel, siendo que lo único que ha hecho es fundirse unos cuántos miles en vicios varios. Le falló el pulso de buen banquero, ese que hace y deshace sin dejar huella, y le sobró soberbia. Hoy, pena, cumple la pena y «acepta sus obligaciones con la sociedad», como si con eso quedara exculpado de todos sus pecados. ¿No sería de justicia que incorporara además, la total devolución del dinero sustraído? Después de toda una vida de gloria, de sueldos millonarios, seguro que los 100.000 que parece se fundió, son para el reo poco más que calderilla para cualquier ciudadano de a pie.

*Periodista y profesora de universidad