El sindicato agrario UAGA exigió ayer la limpieza del cauce y la regulación de caudales en el Ebro para evitar que las crecidas del río afecten a los cultivos. La ocurrida esta semana ha anegado 2.300 hectáreas, una cifra excesiva si se tiene en cuenta que se trató de una avenida ordinaria. Los pueblos de la ribera tienen razón cuando instan a proteger sus intereses económicos, del mismo modo que se debe conjugar cualquier intervención en el río con la sostenibilidad ambiental y el futuro natural de la zona. ¿No ha llegado ya el momento de pactar un calendario de actuaciones para atemperar los efectos de las crecidas periódicas? De lo contrario, dentro de unos meses, quién sabe si de unas semanas, volveremos a oír los mismos argumentos y la misma falta de respuesta de las administraciones competentes: CHE y DGA.