Con motivo del gravísimo atentado de Vic, en 1991, Carod Rovira publicó un artículo en Avui , donde afirmaba que había pedido unos meses antes a ETA, personalmente, que dejara de actuar en Cataluña, y escribía... "sólo me atrevo a pediros que, cuando queráis atentar contra España, os situéis previamente en el mapa". Parece que ETA ya se ha situado en el mapa, ya sabe en qué lugar se encuentra Cataluña, incluso cuál es su bandera que coloca en sus comunicados públicos, y ya ha declarado a Cataluña zona franca, cosa que no ha conseguido el País Vasco.

Si el primer ministro del gobierno francés, a espaldas del presidente de la República, se hubiera entrevistado clandestinamente con la cúpula de ETA, y esto se hubiera sabido, y, unos días más tarde, ETA hubiera comunicado que, con efectos retroactivos, la organización terrorista declaraba una tregua a Francia, la consecuencia inmediata hubiera sido que en Madrid y en Barcelona, en Lérida y en Sevilla, se habrían celebrado gigantescas manifestaciones, donde posiblemente habrían aflorado esos odios dormidos que producen los enfrentamientos históricos entre vecinos.

Si con la ingenua, malévola o entreverada actuación de Carod no ha sucedido nada parecido será porque esa parte de España de la que Carod quiere alejarse ama a Cataluña y nunca la ha considerado un vecino enfrentado, sino parte sustancial y principal de sí misma. Y que, en esas condiciones, el tontiloco no se haya desprendido todavía de su soberbia y repita como un boxeador sonado que tiene la llave del tripartito, sin saber que la llave, cualquier llave, se convierte en un objeto inútil si le cambian la cerradura, sólo produce la patética impresión de estar ante un caso perdido capaz de organizar un gran lío, un inmenso belén, y todavía con aspiraciones protagónicas, cuando en este belén el único papel que se le puede asignar ya es el de caganer .

*Escritor y periodista