Gusta oír que el nuevo Presidente del Gobierno quiere "gobernar para todos"; así lo afirmó Z.P. (en este apresurado mundo, las siglas tienen su aquel), nada más ser elegido y si no fue original diciendo eso, opino que pareció sincero al decirlo. Se trata, por supuesto, de un imposible; entiendo sencillamente, que ZP no ha querido prometer que desde ahora, vaya a llover a gusto de todos. Pero mucho me temo que mañana mismo, le reprocharán los ofrecimientos o promesas que hizo como esa de dialogar porque ha empezado ordenando la retirada de las tropas de Irak, sin debatirlo ni con su Consejo de Ministros.

Dialogar es deseable pero Z.P. no podría ser más peripatético que ejecutivo, sin convertirse en el hazmerreír general; le bastarán unos días para aprenderlo. A la hora de dialogar tendrá que protegerse hasta de los suyos y no digamos de esas fuerzas políticas menores que por haberle dado su voto en la investidura, se creen que también ellas ganaron las elecciones. Cave canem.

Julián Besteiro, el socialista más ejemplar de su tiempo, tiene un busto en los pasillos del Congreso. Bien supo merecer ese modesto recuerdo, el más decente y más lúcido de los líderes socialistas de entonces; un hombre que encima, aceptó su destino con una compostura envidiable. Pues bien; si los bustos tuvieran vida, la cabeza de Besteiro se habría movido dubitativamente, escuchando las palabras de ZP ¿Qué le diría Besteiro a ZP? Pues eso, que celara también de los suyos y que recordase que la confianza de los votantes es mudable y tornadiza "en horas veinticuatro"; que basta cualquier exceso o vacilación para cambiar el viento y para que en vez de oros, pinten bastos.

En la vida de Besteiro, trágica y edificante, hubo mucho de lo que ZP precisa aprender si no lo sabe; desde "un humor honesto y vago", que diría Plá, pero nada bohemio, a una previsora conciencia sobre lo que un partido puede hacer y sobre lo que no debe hacer jamás ni desde la oposición ni desde el Gobierno.

Cuando en 1931 era Besteiro Presidente del Congreso y se discutía en aquella verdadera Casa del Pueblo, en pleno agosto y sin refrigeración, el proyecto de nueva Constitución, alguien le preguntó si podían quitarse las chaquetas. La respuesta de Besteiro fue graciosa: "pueden sus señorías quitarse las chaquetas pero cada uno la suya". A Besteiro no le faltaba intuición.

Algo más tarde, en el otoño de 1934, Besteiro se salvó por los pelos de un atentado que preparaba contra él un grupo de extremistas de su propio partido, descontentos porque se opuso a la revolución de octubre con la que comenzó realmente, nuestra guerra civil. La muerte le esperaba a Besteiro en la prisión de Carmona, acabada la guerra y tras resistirse gallardamente a irse de España.

Afortunadamente, este PSOE no es aquel ni este tiempo el de entonces, salvo que nos empeñemos en regresar a los años más nefastos del XX español y es indispensable recordar a donde nos condujeron y que España no puede vivir reconstituyéndose cada pocos años ni partiendo del caos todas las mañanas.

El PSOE ganó las elecciones y temo que deberá repetírselo constantemente, para creerlo. No es una ironía; es una reflexión que supongo que ZP se hará a fin de no acabar prescindiendo de su mesura para satisfacer a los que le apoyan pro domo sua, esto es con fines, probablemente, harto distintos a los del líder socialista. Mala cosa sería para España y entiendo que también para el PSOE, compartir el poder con ciertos radicales. La victoria fue sólo del PSOE aunque no resultara precisamente absoluta.

Bueno sería advertir también, que la democracia no se identifica con un solo partido. Debe hacerlo con todos los que respeten las reglas del juego; sin todos, la democracia no existe y con todos puede esperarse que un día, exista en plenitud aunque no gobierne el partido de uno. Y si se quisiera dar la impresión como escribe alguno de los adheridos, de que "ahora salimos de otra dictadura", se estaría faltando a la verdad, lisa y llanamente porque ya salimos hace veinticinco años. Tampoco cabe tragarse el sofisma de que sólo son "justos" los vencedores y aquellos adheridos de conveniencia ni que "los otros", los que perdieron, sean los únicos pecadores. Cuantos tienen experiencia política, no presumen de inocentes ni echan jamás las campanas al vuelo.

Cuide ZP de sí mismo, como garantía posible de gobernar para todos, que estaría muy bien en la medida viable. Y cuide de las "familias", las suyas y las adosadas que con tanto falso ardor celebran una victoria que no les pertenece. Pensando en todos, Dios quiera que ZP tenga suerte.