Trump lo peta siempre en la red. Le encanta poner a caldo y desafiar a todo bicho viviente. Igual le da que sea un supuesto afín, que un enemigo archideclarado, que le pone cargar con munición de la dura. Más, si lo que desea es ser la estrella de una cumbre como el G-20. Insulta tan alto y tan fuerte, que hasta a la Merkel le ha provocado la tembladera que ha dado tanto que hablar en los mentideros políticos y mediáticos. Y es que al muy capullín, le falta tiempo para decir que Alemania es un socio «fallido» y «moroso» en sus pagos, echándole en cara que no aporta lo que debiera en la OTAN, solo el 1,23% de su PIB cuando ya en el 2014 los aliados europeos prometieron invertir un 2%. Pobrecitos los americanos que «casi todos los países del mundo se aprovechan de ellos».

Con ese mantra, no duda en arremeter contra aliados tan valiosos como Japón, país en el que pueden disponer de bases militares y desplegar su poderío por todo el Pacífico gracias al tratado de Seguridad firmado tras la Segunda Guerra Mundial. Ni corto ni perezoso, critica a los japoneses porque no harían nada por salvar a los EEUU si son atacados mientras que ellos se dejarían las entrañas por Japón.

Cómo van a hacerlo, si el propio tratado impide que las fuerzas japonesas actúen en el exterior salvo en contadas ocasiones, alma de Dios. A los chinos les acusa de querer cerrar el acuerdo comercial bilateral porque su economía va de culo y cuesta abajo, y a Vietnam, posible destino de las fábricas estadounidenses si las cosas pintan mal con los chinos, les amenaza con más aranceles acusándoles de aprovecharse de EEUU más que China. ¿Cuál será la próxima trumpetada del nuevo Caesar mundial? El G-20 llega cargadito de sorpresas.

*Periodista y profesora de universidad