Si hay algo importante en la política que se va a desarrollar en las próximas semanas, eso es la comisión parlamentaria que investigará la masacre del 11 de marzo de este año. Resultó curioso que Rodríguez Zapatero, en el acto de clausura triunfal del XXXVI Congreso federal del PSOE, hablase mucho de marzo de 2008 --cuando presumiblemente se celebrarán las próximas elecciones generales--, pero no hiciese la menor mención a marzo de 2004, que es la fecha que inició una nueva era, por la que hemos empezado a transitar, en este país. Zapatero, fiel a su estilo, clausuró su Congreso, que no registró disidencias ni incidencias, hablando de libertad, paz, justicia, igualdad: las grandes palabras que a todos gustan. Pero sobrevoló cualquier referencia a temas inmediatos, como la propia comisión parlamentaria del 11-M, que empieza sus sesiones este martes. O como --otras cuestiones obviadas en el discurso de ZP-- la guerra en Irak, o el rumbo que ha iniciado la oposición del PP.

Zapatero, una vez más, se comportó como el utópico que quiere ser más que como el político pragmático que no tendrá, lamentablemente, más remedio que ser.

*Periodista