Los lunes, no son un buen día. La resaca del descanso pasa factura, el ánimo flojea y las ojeras --¡qué quieren que les diga!-- se notan más de lo habitual, pero este 11 de octubre, constituye la excepción. Hoy, Zaragoza huele ya a fiesta y a flor y en cada rincón, en cada calle, en cualquier plaza, algo nos recuerda que mañana es el Pilar. Estamos más y más contentos. Obsérvenlo si no cuando paseen por Zaragoza, la ciudad que --por unos días-- se ha vuelto todavía más acogedora y, desde luego, más divertida. Este lunes, no es un lunes más: Es la víspera, y dentro de unas horas, en las callejas del Casco Histórico, se cruzarán los que exprimen la noche hasta la extenuación con los devotos más madrugadores, los que estrenan la mañana del Pilar con el Rosario de la Aurora y la Misa de Infantes. Y de allí, tras unos churros y un café caliente, a la Ofrenda. La ceremonia que se repite cada año sin que los más eruditos puedan ofrecer razones de peso que justifiquen lo que constituye --sin lugar a dudas-- el espectáculo de mayor dimensión popular del programa de fiestas. Cientos de miles de personas vestirán mañana el traje aragonés, en cualquiera de sus manifestaciones, y saldrán a la calle para depositar ante la Virgen, erguida sobre el monumental altar instalado en su Plaza, unas flores y una oración, aunque muchos de los que se acerquen a la Señora, lo hagan sólo cada 12 de Octubre. ¿Y qué más da! La fiesta está en la calle. Disfrutémosla juntos con ganas, con el mejor ánimo y el mayor respeto para con los demás. !Felices días!

*Periodista