El año 2021 promete ser más inquietante en lo político que el ya desterrado 2020. Tras un año en el que la pandemia lo ha puesto todo patas arriba, y nos ha puesto enfrente del espejo de la infabilidad, vuelve Cataluña al debate público como estrella invitada. La salida de Salvador Illa del Gobierno de España, dejando en la estocada el interés sanitario por el bienestar electoral de su partido, ha sido el disparo de salida de la batalla electoral.

¿Cuánto le interesa a Pedro Sánchez la apuesta de Salvador Illa como candidato a la Generalitat cuando las encuestas colocan al PSC muy por debajo de ERC? Y, por tanto, lejos de ser una alternativa real para ganar las elecciones. ¿Es una jugada hábil desde el punto de vista electoral o un pago por el servicio prestado dentro de la lógica partidista?

Lo que es evidente es que el Gobierno ha perdido a su principal activo político. Al margen de los errores de Salvador Illa en la gestión de algo tan incierto pero también con fallos premeditados, alejados del consenso o usados por interés político, su papel era esencial para reforzar la gestión sanitaria del Gobierno.

Solo ha sido capaz Salvador Illa de enfrentarse a la oposición aireada o sobreactuada, en especial al PP de Pablo Casado , con contundencia. Y con la fiabilidad de alguien que está al mando. Su capacidad para descolocar a la oposición le dio en ocasiones un balón de oxígeno al Gobierno en pleno tsunami del coronavirus.

Un hombre sosegado, prudente y resistente que ha sido el mejor aval de Sánchez en el peor momento para gestionar una cartera. Su salida electoral, o más bien huida táctica, confirma los peores argumentos de la oposición contra el ministro de Sanidad. «Todo era un trampolín para las elecciones catalanas», llegó a decir el PP cuando los muertos se contaban por cientos al día.

La vuelta de Salvador Illa debe despejar aún más dudas. ¿No debió dimitir por la gestión sanitaria en ningún momento pero sí se le debe promocionar para una candidatura tan solo un año después de su nombramiento como ministro?

¿Son más importantes las elecciones en Cataluña que la gestión de la pandemia con una tercera oleada en ciernes y la llegada de la esperanza en forma de vacuna? ¿En qué lugar quedaron las primarias del PSC cuando se avala con un dedazo de Ferraz?

O quizá el único objetivo es lo que Sánchez siempre ha perseguido: la supervivencia al coste que sea. Asegurarse la legislatura en España previo pacto con ERC en Cataluña.