Con James Igbekeme apeado de la citación, jugador principal para Víctor Fernández, motor y pulmón del equipo, y Cristian Álvarez, otra pieza decisiva, mermado por un golpe en el costado acude el Real Zaragoza a Córdoba a jugarse el futuro con el mismo presente y pasado de toda la temporada: bajas y lesiones por doquier. Bajas, lesiones y el miedo en el cuerpo con el aliento de la zona de descenso resoplando un aire gélido a cuatro puntos de distancia con solo 21 por repartir.

El partido y el momento exigen una respuesta seria del equipo y, sobre todo, ganadora. Cobra vigencia aquello de sumar los tres puntos por lo civil o por lo criminal y, esta tarde, el fin justifica los medios. ¿Pero qué Zaragoza se presentará en El Arcángel? ¿El estupendo de la primera hora de Cádiz y el que ganó con solvencia al Nástic en La Romareda? ¿El impreciso y vulnerable del encuentro ante el Alcorcón? ¿El todavía peor que jugó con el Almería? La falta de fiabilidad y de constancia han marcado la temporada. Es toda una incógnita cuál será la versión que veremos en Córdoba.