Tres años después del movimiento social que llenó las plazas de toda España y albergó la esperanza de que la política se podía empezar a gestionar escuchando las reivindicaciones de la gente de las calles, el 15-M celebró ayer su tercer aniversario con una manifestación en Madrid (en otras ciudades como Zaragoza también hubo pequeñas marchas) que no logró reunir a más de medio millar de asistentes. Las consignas, las mismas, Sí se puede, No nos representan, pero con un poder de convocatoria más que cuestionable. El espíritu de los indignados no fue suficiente ayer para llenar las calles.

Es verdad que durante todo el fin de semana, en la plaza de la Cebada de Madrid, en el céntrico barrio de La Latina, las diferentes organizaciones sociales que nacieron a partir del 15-M han organizado talleres, conferencias, exposiciones y actividades que han atraído a curiosos y militantes. Pero la manifestaciones que debían demostrar que el movimiento sigue vivo más allá de las redes, no fue un éxito. Quizá fue la coincidencia con el inicio del último partido de la liga entre el Atlético de Madrid y el Barcelona. De hecho, los goles, de ambos equipos se cantaron entre las consignas sociales con clara inclinación a favor de los colchoneros, cuya victoria en la Liga se celebró también.

CANTOS DE LABORDETA

Para los que sostienen que el 15-M ya solo existe en las redes sociales y que su masa de seguidores solo se activa en momentos puntuales, como desalojos o protestas muy concretas, la marcha de ayer les cargó de argumentos. Movimientos como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) presente también en la movilización madrileña se han nutrido de muchos activistas que aprendieron de las manifestaciones y de las consignas acuñadas en las plazas del 15-M y creen que su presencia es más necesaria que nunca.

La manifestación de ayer transcurrió sin incidentes, empezando en la plaza de Cibeles, hasta la Puerta del Sol, donde los asistentes entonaban cantos del cantautor aragonés José Antonio Labordeta, cuando irrumpieron los primeros aficionados del Atlético de Madrid, enloquecidos por la victoria de la Liga. La convivencia entre las dos movilizaciones fue pacífica, pese a los temores iniciales que había manifestado la Policía.

Tres años, ni fronteras, ni deuda ni miedo. Con esa consigna llegó la marcha hasta Sol, el lugar más emblemático del movimiento, donde se celebró una asamblea. El único momento de tensión se produjo cuando al llegar a la plaza, coincidieron con un grupo de jóvenes de Ucrania que pedían la paz. Los ucranianos fueron obligados a abandonar su protesta, con gritos de "fascistas, nazis y viva Putin". Pero más allá de esta anécdota que la Unidad de Intervención Policial logró minimizar al apartar a los ucranianos, la marcha fue como una fiesta familiar.