El papa Francisco volvió a referirse ayer a las violaciones y maltratos de miles de niños y niñas en Irlanda durante tres décadas en la visita de dos días que empezó el viernes. En un breve discurso en la capilla de St Patrick del castillo de Dublín confesó: «El fracaso de las autoridades eclesiásticas para abordar adecuadamente estos crímenes repugnantes ha provocado indignación, con razón, y sigue siendo una fuente de dolor y de vergüenza para la comunidad católica, y yo mismo comparto esos sentimientos». El Papa pronunció esta disculpa después de que el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, convertido en incómodo anfitrión, enumarara los escándalos que han ido sacudiendo a la Iglesia irlandesa.

«Los asilos de las Magdalenas [institución que confinaba a las prostitutas y donde hallaron 150 cuerpos enterrados], las Casas para Madres e Hijos [instituciones para madres solteras preñadas donde encontraron 800 cuerpos de bebés sepultados], las escuelas industriales [centros católicos donde una investigación concluyó que violaron y maltrataron a miles de niños de forma sistemática durante décadas], las adopciones ilegales y el abuso clerical infantil son manchas en nuestro Estado, nuestra sociedad y también en la Iglesia Católica», dijo Varadkar.

«Hubo gente retenida en esquinas oscuras, detrás de puertas cerradas, gritando, pidiendo ayuda que nadie escuchó… Le pido, Santo Padre, que escuche a las víctimas y a los supervivientes», le encomendó el primer ministro, abiertamente gay. Varadkar pidió una nueva relación Estado-Iglesia donde la religión no esté en el centro de la sociedad.

El primer ministro criticó también la enseñanza tradicional católica y dijo que Irlanda había modernizado sus leyes. «Los matrimonios no siempre funcionan, las mujeres deben poder tomar sus propias decisiones y las familias adoptan distintas formas como padres solteros, padres del mismo sexo o divorciados y casados de nuevo», apuntaló. El motivo de visita del Papa es presidir la Reunión Mundial de las Familias, cuyo evento principal congregó anoche a 70.000 personas.

«No ha ido suficientemente lejos, ha tenido una oportunidad de oro y solo ha dedicado un párrafo a los supervivientes, no quiere saber qué pasó», lamentó Margaret McGuckin, de 63 años, violada y maltratada mientras estuvo en un orfanato cristiano de los 3 a los 11 años.