La irrupción de la policía sobre las cuatro de la madrugada de ayer en la Catedral de Barcelona puso fin al espectacular encierro de nueve horas protagonizado por más de mil inmigrantes. Fue una de las noches más largas que ha vivido el templo, pese a que la historia tocó a su fin hacia las cinco, cuando los sin papeles abandonaron el recinto pacíficamente aunque entre empujones. En la iglesia de Santa Maria del Pi, los aproximadamente 150 encerrados la dejaron voluntariamente poco antes de las nueve de la mañana, tras un intento policial de madrugada, al que se opuso el párroco.

La orden de desalojo se produjo, después de que representantes de Cáritas, de la Delegación del Gobierno en Cataluña y del resto de administraciones tratasen de persuadir a los líderes de la Asamblea por la Regularización sin Condiciones (ARSC) de que desconvocasen el encierro.

El triple encierro --en la catedral y las iglesias de Santa Maria del Pi y Belén (donde apenas duró un par de horas)-- se había iniciado poco antes de las ocho de la tarde del pasado sábado. El colectivo protagonizó una manifestación por el centro de Barcelona que concluyó con la ocupación planificada de las dos parroquias y con la supuestamente improvisada toma de la catedral. Su reivindicación era contundente: papeles para todos los inmigrantes que viven en España.

PRECARIEDAD Después de que entraran en la catedral, el canónigo Francisco Javier Bastida les dijo que debían marcharse antes de las nueve de la mañana. El cura puso esta hora como límite porque es cuando se celebra la primera misa dominical.

La policía llegó pasada la medianoche, cuando comenzó a realizar identificaciones en la zona. Paralelamente, representantes de la Delegación del Gobierno trataban de disuadir a los portavoces de la asamblea. Su argumento según explicó ayer el delegado, Joan Rangel, era que el encierro resultaba "inoportuno". El delegado destacó que en la actualidad se están abriendo "vías de diálogo" para favorecer "la integración de los flujos de inmigrantes".

DOCUMENTO DE CONDENA Fuera del templo, diversas entidades suscribían un documento de condena al encierro, que consideraban fuera de lugar. Sólo unos pocos sin papeles abandonaron el templo voluntariamente. Hacia las cuatro, las fuerzas policiales irrumpieron en la catedral para ejecutar el desalojo, que Rangel calificó de "pacífico". Por contra, los inmigrantes dijeron que había sido "a la fuerza y violento". El colectivo acordó dar un plazo de tres días al Gobierno para negociar una salida a su situación. Si no se escuchan sus peticiones, llevará a cabo acciones como una posible acampada en el centro de Barcelona.

Rangel y el arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, coincidieron ayer en denunciar la "manipulación" a la que son sometidos los inmigrantes, por parte de grupos "radicales", como los calificó el delegado del Gobierno en Cataluña.