Veranos más cálidos y largos, con temperaturas nocturnas muy altas en las costas debido al calentamiento del Mediterráneo. No se trata de una predicción más de las relacionadas con el cambio climático. Eso está ocurriendo ya en España en las últimas décadas. Según un avance de resultados del Open Data Climático presentado ayer por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y el Ministerio para la Transicion Ecológica, el verano se ha ido alargando desde 1980 una media de 9 días por década, por lo que ahora dura en España casi cinco semanas más que en esa fecha. La temperatura del mar ha aumentado en más de un grado y su nivel en 8,4 centímetros.

Entre las zonas más afectadas por este invasivo verano figura la franja más oriental de la costa mediterránea, así como el sur de Galicia y el centro y el oeste de la Meseta. En todos estos territorios, la estación más cálida se ha alargado por encima de la media, como mínimo 10 días por cada década.

Uno de los factores que influye en que la mediterránea sea una zona con mayor impacto del cambio climático es el que la temperatura de este mar ha aumentado 0,34ºC de media cada década desde 1982. Es decir, el agua superficial está ahora 1,36ºC grados más caliente que en esta última fecha.

El calentamiento marino tiene un «efecto arrastre», según ha explicado Beatriz Hervella, una portavoz de Aemet. «Un Mediterráneo cada vez más cálido repercute en sus regiones costeras aumentando el número de noches tropicales», explica. Estas son aquellas aquellas noches en las que la temperatura mínima supera o iguala los 20 grados. «Afectan al confort, hacen más difícil conciliar el sueño» y esto «tiene efectos sobre la salud», añade.

NOCHES TROPICALES

En la fachada oriental de la región mediterránea y en el archipiélago balear la media anual de noches tropicales fue de 60 entre 1981 y el 2010. En Madrid pasaron de ser menos de 10 entre 1971-2000 a más de 20 entre 1981-2010. No es de extrañar que de los 58 observatorios meterológicos incluidos en el informe, el que presenta valores más extremos sea el Barcelona/Aeropuerto de El Prat, donde, desde el 2011, todos los años han sido muy cálidos y, durante más de seis meses de cada año, la temperatura ha quedado englobada dentro del 20% de los meses más cálidos de la serie.

‘PRIMAVERANO’

El período estival empieza sobre todo antes, en una especie de primaverano. En los años 70, el tramo más caluroso del verano solía comenzar el 15 de julio y terminaba el 16 de septiembre, mientras que en la actualidad empieza el 11 de junio y finaliza el 22 de septiembre. En la capital de España, cinco de los ocho últimos años están entre los más cálidos. Todos los datos recopilados coinciden con la percepción popular de que cada vez hace más calor o este dura más, sobre todo en los últimos años, cuando los cambios se han empezado a acelerar. Del conjunto de 58 observatorios, 37 registraron al menos cinco años desde el 2011 con temperaturas medias anuales situadas dentro del 20% de las más cálidas del periodo de referencia, lo que trasladado a cifras de población «podría considerarse que 32 millones de españoles ya se están viendo afectados por el cambio climático, con una acumulación de años muy cálidos en la última década, el alargamiento de los veranos y el aumento de frecuencia de noches tropicales».

Otro efecto colateral del calentamiento es una expansión termal de la superficie del agua «que contribuye al incremento del nivel del mar Mediterráneo». Desde 1993 el nivel del mar ha aumentado en 3,4 milímetros por año, totalizando unos 8,5 centímetros hasta el 2018. El aumento de las temperaturas marinas en el Mediterráneo provoca un aumento de la frecuencia y la intensidad de las tormentas de otoño, que desbordan los ríos en en el mar cada vez destruyen más superficie costera. El pasado otoño la isla de Mallorca fue escenario de las consecuencias dramáticas que pueden tener este tipo de fenómenos.

CLIMA SEMIÁRIDO

El estudio desvela que la superficie con clima semiárido -temperaturas altas y escasez de lluvias- ha aumentado en 30.000 kilómetros cuadrados (en torno al 6 % de la superficie de España) en las últimas cinco décadas y las zonas más afectadas son Castilla-La Mancha, el valle del Ebro y el sureste peninsular. El clima semiárido va unido a la falta de agua y a la deforestación que provocan las altas temperaturas.