Le habían pillado. Dominic, un camerunés, acababa de saltar la doble alambrada de tres metros que separa Melilla de Marruecos, cuando la Guardia Civil lo atrapó. "O te vuelves a Marruecos o te disparo", le amenazó el agente con una escopeta de pelotas de goma. En cuanto se giró, le disparó.

El impacto fue tan brutal que Dominic, pese a ser corpulento, cayó derribado y perdió la conciencia. Cuando la recuperó, el mismo guardia volvió a gritarle: "Si no te levantas, te disparo a la cabeza". Como pudo, con la herida del bolazo sangrando, el joven camerunés fue conducido a la frontera. Durante el trayecto, el guardia le preguntó: "¿Por qué estás tan fuerte?". "Jugaba a rugby en mi país", respondió Dominic. "Pues que sepas que, como vuelvas a intentar saltar, te voy a romper las piernas", le amenazó el agente.

Aunque es imposible saber si lo que cuenta Dominic es cierto, la cicatriz de su espalda da veracidad a sus palabras. Como él, muchos inmigrantes que malviven en el campamento de clandestinos que se esconde en el monte marroquí del Gurugú denuncian la extrema violencia que emplea la Guardia Civil para impedirles que franqueen la frontera con Melilla.

Campo de batalla

"Depende de los guardias, pero hay algunos que te golpean en la cabeza hasta dejarte inconsciente", denuncia James, un inmigrante procedente de Ghana.

Los inmigrantes aseguran que los guardafronteras marroquís, a los que ellos denominan siempre Alí, son aún más brutales que los agentes españoles. "Los alís nos pegan con barras de hierro y utilizan bayonetas", dice un senegalés.

Muchos muestran las marcas de pelotazos de goma. Otros guardan secuelas de las palizas. Como Hussein, de Malí, que tiene el lado izquierdo de la cara exageradamente hinchado. "Un Alí me dio un culatazo con su fusil", explica.

Samuel, un camerunés, denuncia otra práctica cada vez más habitual entre los agentes españoles: "Nos quitan la ropa y las zapatillas. Nos devuelven a Marruecos desnudos y descalzos, para que no podamos intentarlo de nuevo".

Incluso en la Guardia Civil hay agentes que se plantean denunciar la situación de violencia que se vive en las fronteras de Ceuta y Melilla. Sin embargo, un portavoz de la Guardia Civil aseguró que el instituto armado "no tiene constancia" de estos maltratos, aunque reconoció que la situación es "conflictiva" y que a veces hay "golpes por los dos lados".