Paco León se ha enganchado a las plataformas. El actor sevillano suma tres series en lo que va de año: La peste, La casa de las flores y Arde Madrid, comedia esta última que acaba de estrenar Movistar+ y que ya ha sido renovada para una segunda temporada. Arde Madrid relata los excesos de Ava Gardner en la pacata sociedad española de los años 60.

-¿Cómo definiría ‘Arde Madrid’?

-Como una serie rara, en blanco y negro, que mezcla muchas cosas y que habla con humor del franquismo, del glamur, de la libertad, de las diferencias sociales y de la sexualidad femenina.

-¿Cuál fue el germen de la serie?

-Nos dimos cuenta de que lo histórico siempre tiene un plus de interés. Pero no queríamos quedarnos ahí, ni hacer un biopic de esos que se llevaron durante un tiempo en las televisiones. Eso está en un segundo plano y el foco se sitúa en el otro lado de la fama, en el espacio de los criados al servicio de la gran actriz. Por eso el telespectador no verá ni escuchará nada que no vean ni escuchen los protagonistas. Esto facilitó mucho las cosas no solo en lo referente a la perspectiva, sino a la hora de colocar la cámara. Eso hace que el viaje a esa época lo hagas junto a ellos y te identifiques con los criados y con su punto de vista un poco voyeur.

-En sus primeras películas trabajó con elementos más precarios, pero ‘Arde Madrid’ tiene un ‘look’ muy sofisticado visualmente.

-Yo intento que siempre haya una coherencia entre lo que se ve y se cuenta. En este caso la producción era más ambiciosa, porque incluía localizaciones naturales, escenarios y sets, pero no encuentro tanta diferencia con Las Carminas o Kiki. Había que hacerlo de verdad y eso he intentado en unas y en otras. Supongo que la década de los años 60 es lo que le da ese toque sofisticado y también el blanco y negro.

-Su humor es muy particular. Parece que vaya a caer en la caricatura, pero la esquiva y le sirve para reflexionar sobre temas desde una óptica desenfadada.

-El tono es siempre delicado y en esta serie más, porque la estructura es de thriller, pero al mismo tiempo es muy cómica. Era una mezcla complicada, pero siempre huimos del encadenamiento de gags. Para mí la risa no es un objetivo, sino un vehículo para contar cosas. En este caso, el espionaje en la dictadura o la liberación sexual de la mujer. Mi fórmula es buscar la autenticidad y de ahí siempre surge la risa.

-¿Cómo se organizó estando delante y detrás de la cámara, interpretando y dirigiendo?

-Ya lo hice en Kiki, pero era un papel mucho más pequeño. Aquí fue agotador. Y muy raro. Anna [R. Costa] estaba siempre ayudándome, pero en las secuencias multitudinarias donde había mucha gente, era una locura. A veces decía «acción» y acto seguido «corten», porque el que no estaba situado en la marca era yo.

-¿Tenían unos roles definidos Anna R. Costa y usted en la serie?

-Ambos somos los creadores. Y ella ha manejado más la fase de guion y yo la de dirección. Después nos hemos juntado en el montaje. Queríamos hacerlo lo más práctico posible. También para minimizar las peleas, porque nos hemos peleado tremendamente. Al final, eso de a pachas y 50%, es poco operativo.

-¿Cómo fue el cásting?

-Muy laborioso, porque hay más de mil intérpretes, contando los figurantes. Los personajes históricos que vivieron en esa época intentamos que los hicieran personalidades reconocibles: si una figurante hubiera hecho de la duquesa de Alba, pasaría más desapercibida que si de ella hace su hija Eugenia Martínez de Irujo. Y aunque no hable, la ves. Y así el espectador tiene la misma sensación que si se metiera en una fiesta con gente de la aristocracia, del famoseo, del faranduleo…

-¿Y encontrar la actriz que interpreta a Ava Gardner?

-Era una papeleta complicada, porque es un personaje muy icónico. No necesitábamos un parecido, sino su mismo espíritu salvaje, su temperamento, su carácter indómito. Siempre tuvimos claro que tenía que ser americana y también queríamos que tuviera noche y calle a sus espaldas, que fuera una mujer vivida y vital. Y eso lo tenía Debi Mazar. Y también tiene ese aire glamuroso de los años dorados de Hollywood. Ella es alguien que sabe posar y vomitar.