El precio de un piso de 100 metros cuadrados en una gran ciudad española rondaba de media los 241.200 euros en julio del 2008, según los valores que utiliza la tasadora Tinsa. Cinco años después, el precio medio ha descendido hasta los 154.500 euros. Es decir un 36% menos. La gran diferencia es que mientras que al principio de la crisis las viviendas se vendían como churros --se terminaron 563.631 viviendas en el 2008--, tras un lustro de crisis ni se construye, ni se vende, ni se trabaja. "Cuando la construcción se puso en marcha desapareció el paro, pero las elevadas tasas de empleo que se consiguieron gracias a la edificación fueron el resultado del enorme endeudamiento del país", defiende Jesús Palau, profesor de finanzas de Esade.

El sector privado, con la banca a la cabeza, permitió que el endeudamiento del país alcanzara el 360% del producto interior bruto (PIB) a finales del 2007, del que el Estado tan solo era responsable de una parte muy menor. Y fue la banca extranjera, principalmente la alemana, la que se encargó de proporcionar los recursos que alimentaron esa burbuja inmobiliario-financiera. No es una circunstancia que deba pasar inadvertida, pues ha acabado definiendo el tipo de rescate bancario recibido por España como colofón a una crisis sin referencias anteriores.

La caída de Lehman dio la señal de salida, pero las consecuencias de todo ello tienen múltiples aristas y efectos que van de lo más cotidiano a lo más estructural. Para empezar, la gibarización del sistema financiero. De 60 entidades en el 2008 quedan hoy 14. La criba, en todo caso, se ha llevado por delante el modelo de cajas de ahorros y como afirman los críticos de la reforma financiera, "la universalización de los servicios bancarios". No pocas pequeñas poblaciones se han quedado sin oficina bancaria en el término municipal, como consecuencia de la reestructuración. Más de 8.000 oficinas han cerrado sus puertas y cerca de 50.000 trabajadores han pasado a engrosar las listas que con anterioridad había dado acomodo a 1,5 millones de trabajadores de la construcción.

Rescatar lo rescatable del sector financiero ha tenido otro tipo de coste: cerca de 80.000 millones, contando los avales del Estado, según varias fuentes. Si bien, el Banco de España ha cifrado las ayudas en 61.300 millones de euros, en su mayor parte provenientes del rescate pactado con la Unión Europa. "Sobre todo ha servido para que se pudieran pagar las deudas contraídas con la banca extranjera, que se encargó de financiar la burbuja", dice Palau, además de recuperar la solvencia perdida.

Como en toda crisis, el péndulo se ha situado ya en el otro extremo. Se ha pasado de un entorno de irracionalidad, en el que los bancos prácticamente obligaban a sus clientes a endeudarse, a la sequía más radical. Puede que una vivienda cueste un 36% menos ahora, pero el problema es que difícilmente el comprador encontrará crédito. Lo mismo vale para las empresas No importa que los tipos de interés hayan descendido del 3,75% hasta el 0,5%, porque si alguien es capaz de granjearse la confianza de la entidad financiera, el coste de la financiación que se obtenga sumará en el diferencial la purga de los excesos.