Jorge Azcón es desde ayer el nuevo alcalde de Zaragoza. El PP reconquista la Alcaldía de la quinta ciudad de España, y la que más tiempo se le ha resistido -16 años-, en un clima de tensa alianza con Ciudadanos (Cs) y Vox, a los que no olvidó en su primer discurso, pero augura lo que está por llegar en la planta noble. Los de Santiago Abascal dan por hecho que asumirán tareas de un Gobierno en el que ya está Ciudadanos, con Sara Fernández de vicealcaldesa y gracias a un acuerdo en el que una de sus líneas rojas era precisamente que Vox no formara parte de él. Y así, en un emotivo discurso que el conservador se vio obligado a acortar por la emoción, se entregó el bastón de mando a los populares, como Albert Rivera había prometido y pese a los ecos de lo que, a esa misma hora, pasaba en Huesca.

«Sara, sabes tan bien como yo que no ha sido sencillo alcanzar este acuerdo de investidura, pero el resultado hace que ese esfuerzo merezca la pena», le dijo a su vicealcaldesa y a Cs, al que le recordó su «idea firme» de «dar a la ciudad un gobierno sólido y estable que adopte medidas para solucionar los problemas reales de nuestros vecinos».

En un clima así, con Vox comiéndose en cuestión de horas su propio órdago de no apoyar a Azcón, lo mejor era apostar por la moderación en ese primer discurso como alcalde. Eso sí, ya con el bastón de mando en las manos. Y saltándose el guión que él mismo se había trazado. Al portavoz de Vox le dedicaba esas mismas palabras que a Fernández, pero lo cambió por un enigmático ofrecimiento a hacer «del diálogo nuestra principal herramienta de trabajo». Pero de momento, competencias a gestionar, solo dos juntas de distrito, que quizá en Madrid sean vistas como tareas de gobierno, pero en Zaragoza son labores que la Alcaldía delega, tradicionalmente, hasta en grupos de la oposición.

No era tampoco el día de dar la nota, ya lo estaba haciendo Huesca en toda España. Así que Azcón, con el run run de fondo del respetable que, gracias a las redes sociales, seguía en directo el guirigay oscense, se dedicó a desgranar los ejes de ese acuerdo de 50 puntos con Cs y a comprometerse con ambos a corresponderles con «la máxima entrega y lealtad» a la «altura de miras, trabajo y generosidad» de ellos.

Su idea, a partir de mañana, es ponerse a trabajar en darle la vuelta a todo lo que él considera que han sido grandes males de los últimos cuatro años, empezando por «dejar atrás la confrontación» y apostar por esa «convicción inquebrantable» de gobernar para el conjunto de los ciudadanos «con respeto absoluto hacia las normas y con el interés general de nuestra ciudad por encima de cualquier cosa». Y no olvidó sus referentes a seguir: Luisa Fernanda Rudi, allí presente, por su «solvencia, rectitud y liderazgo», y al fallecido exalcalde José Atarés, por su «cercanía, diálogo y búsqueda constante de consensos».

Así, abogó por «dejar atrás los conflictos estériles y buscar acuerdos, y por «aparcar los gestos y centrarnos en la gestión». Y en ella, una promesa «personal» con nombres y apellidos: «Restituiremos la UAPO a la mayor brevedad posible», aseveró. Fue lo más concreto que anunció, más allá del pacto con Cs y medidas como el cheque guardería, plan para los mayores en soledad...

«Desde la confrontación nada bueno es posible», remarcó Azcón, que anunció que uno de sus primeros objetivos será «restablecer cauces de entendimiento» con la DGA, «más allá del color político de los gobiernos». «Aragón y Zaragoza se necesitan para progresar», subrayó. Hasta siete desafíos se marcó a sí mismo. Otro fue hacer de «la familia un eje de las políticas sociales», o establecer un «marco fiscal favorable» que retenga el talento y atraiga inversiones.

«Solo pensando en grande tendremos una Zaragoza que vuele a gran altura», afirmó, y señaló, como «gran anhelo» dos puntales: «un modelo de ciudad innovador y con proyección de futuro» y un «Gobierno sensato, eficaz y dinámico, con liderazgo e iniciativa para llevarlo a cabo». Lo primero, tendrá que desgranarlo, y lo segundo, le bastará con que no se rompa. Mientras, aportará «trabajo, coherencia y compromiso» para hacer de Zaragoza «un lugar mejor en el mundo», remató.