Las calles de Aragón volvieron a quedarse pequeñas para acoger a las decenas de miles de personas que se manifestaron ayer para mostrar su rechazo a los salvajes atentados terroristas del 11-M. La persistente lluvia que cayó sobre buena parte de la comunidad no impidió que los aragoneses evidenciaran en múltiples municipios de la región su solidaridad con las víctimas de Madrid y su no más rotundo al terrorismo. Zaragoza acogió la movilización más multitudinaria y en Huesca y en Teruel se vivieron manifestaciones nunca vistas.

Según fuentes policiales citadas por Europa Press , en el centro de la capital aragonesa se reunieron unas 400.000 personas, a las que se sumaron 25.000 en Teruel y otras 25.000 en Huesca. En otras muchas localidades aragonesas se registraron multitudinarias concentraciones.

EL INICIO Costó organizar el acto de Zaragoza, porque había dos puntos de concentración, la plaza del Pilar y la de Aragón, y porque era imposible abstraerse por completo de la innegable tensión política y social que está viviendo el país. Al final, los promotores de la movilización --todas las instituciones, todos los partidos, la universidad, el Justicia y los agentes sociales-- encontraron una fórmula para seguir adelante: la enorme y unitaria pancarta tras la que todos los impulsores de la manifestación iban a colocarse se situó en la plaza de España, punto intermedio.

Uno tras otro aparecieron los 23 cargos públicos y representantes políticos y sociales que llevaron la pancarta inicial. En el centro, Luisa Fernanda Rudi, presidenta del Congreso, junto a Marcelino Iglesias, presidente de la DGA. Y a ambos lados se colocaron el presidente de las Cortes, Francisco Pina, el alcalde de la ciudad, Juan Alberto Belloch, el Justicia, Fernando García Vicente, el delegado del Gobierno, Eduardo Ameijide, el rector de la universidad, Felipe Pétriz, candidatos de todos los partidos y representantes sindicales, empresariales. En la plaza del Pilar se unió a la concentración el arzobispo de Zaragoza, Elías Yanes, quien por primera vez se colocó tras una pancarta.

Los ciudadanos, por miles, siguieron a la cabecera de la movilización de forma ordenada y en un silencio sólo roto ocasionalmente por las palmas de condena y los gritos contra los asesinos. Cuando las autoridades llegaron a la plaza del Pilar, ésta estaba ya prácticamente llena. Mientras, los manifestantes de la plaza de Aragón --un kilómetro más atrás-- aún esperaban empezar.

No hubo lemas que sobresalieran por encima del oficial: Con las víctimas, con la Constitución, por la derrota del terrorismo . Pero sí multitud de carteles cuya leyenda mayoritaria era no al terrorismo, no a la guerra . Múltiples alusiones a los asesinos , pocas a ETA o a Al Qaeda y un tremendo dolor por los atentados de Madrid. Rabia y tristeza en las miradas.

En el escenario de la plaza del Pilar, el Justicia de Aragón leyó un manifiesto que expresaba el "firme compromiso" de los ciudadanos con las víctimas de Madrid y su solidaridad con las familias. La única respuesta posible ante la barbarie, dijo, es "la unidad de todos los demócratas". A las ocho y media de la tarde, una hora y media después de iniciarse, los últimos manifestantes estaban en el paseo Independencia con la calle San Miguel.