Los coches de gasolina están adelantando a toda velocidad a los diésel. Más de la mitad de los vehículos que se vendieron el año pasado en España ya estaban propulsados por el primer carburante, mientras que los automóviles de gasoil no dejan de perder adeptos. El cambio de tendencia consolidado en el 2018 (hasta no hace mucho las ventas de diésel ganaban por goleada) también ha llegado con fuerza a Aragón. De hecho, las ventas de coches de gasóleo cayeron el año pasado en la comunidad un 18,8%, mientras que las matriculaciones de vehículos de gasolina subieron un 32,7% (ver gráfico), según los datos publicados ayer por las asociaciones de fabricantes (Anfac), de concesionarios (Faconauto) y de vendedores (Ganvam).

Los datos confirman que la incertidumbre generada en el último año en torno al diésel ha acabado por llegar a los concesionarios. Las declaraciones de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, asegurando que el gasóleo «tiene los días contados», la intención del Gobierno de incrementar los impuestos a este carburante y las posibles restricciones al tráfico en las grandes ciudades han puesto en serio riesgo el futuro del diésel, provocando un desplome en las ventas de estos vehículos en los concesionarios de Aragón.

EN NIVELES DE 1996

Los datos del 2018 hacen que las motores de gasoil pierdan terreno frente a los de gasolina por sexto año consecutivo, con lo que su cuota en el mercado español se ha situado en niveles de 1996. El año pasado se matricularon en España 1.321.438 unidades de turismos y todoterrenos, un 7% más que en el 2017. El 35,8% de ellos estaba impulsado por motores diésel y el 57,5% de gasolina.

Esta evolución del mercado lleva adosada una lectura negativa. Y es que el cambio de diésel a gasolina va asociado a un incremento de los niveles de emisiones de CO2 ya que los coches de gasóleo emiten menos de este tipo de gas que los de gasolina.

La inquietud en torno al diésel también está aumentando las ventas de los coches eléctricos, de los híbridos enchufables y de los propulsados por gas (GLP o GNC). Según los datos publicados ayer, la venta de todos estos vehículos subieron el año pasado en Aragón un 24,4% respecto al 2017 al contabilizar 1.832 matriculaciones, una cifra con un gran recorrido de incremento.

UN AMPLIO MARGEN DE MEJORA

No en vano, esos 1.800 coches representan un porcentaje muy bajo sobre el total de 26.223 vehículos que se matricularon en Aragón durante todo el año pasado, una cifra un 7,5% mejor que la registrada en el 2017. El incremento de las ventas fue muy similar en la tres provincias aragonesas y se movió entre el 6% de Teruel y el 7,7% de Zaragoza.

Por comunidades, Madrid anotó la mayor subida de todo el país con un alza del 13,2%, mientras que Cataluña fue la única región que registró una caída en sus matriculaciones (-2,8%).

Atendiendo solo a los datos del mes de diciembre, Aragón fue la segunda comunidad con mayor caída en la venta de vehículos, solo por detrás de Cataluña. En concreto, en Aragón se comercializaron el mes pasado 2.040 coches, un 14,5% menos que en diciembre del 2017.

Pese a registrar un incremento del 7% (1.320.734 coches vendidos) respecto al año anterior, el mercado español del automóvil ha sufrido en el 2018 una convulsión. El comportamiento del consumidor venía siendo positivo tras el bache de la crisis, pero eso puede acabar vistos los últimos cuatro meses del 2018.

Las matriculaciones superaron en España los 1,6 millones de unidades en los años 2005, 2006 y 2007, para entrar después en una dinámica recesiva que concluyó en el 2012, con un total de 700.562 matriculaciones. A partir de entonces, se experimentó una tendencia alcista creciente, superando en más de 200.000 unidades el millón de matriculaciones del 2017 (1.234.932).

BAJÓN EN LOS ÚLTIMOS MESES

Pero este ritmo parece que está condenado a finalizar, cuando menos a ralentizarse, y una muestra de ello ya se ha podido comprobar en los últimos cuatro meses del 2018 viendo las cifras ofrecidas por Anfac, Faconauto y Fecavem. El mercado podría estabilizarse en el 2019, pero adiós a las grandes cifras positivas.

Durante el 2018 hubo tres elementos que distorsionaron la evolución normal del mercado y que han acabado por diseñar un escenario mucho menos estable. Las principales razones son políticas, que han acabado sumiendo al consumidor en una situación de despiste e incertidumbre.

Primero llegó el cambio de normativa de la NEDC a la WLTP por la necesidad de establecer un control más rígido sobre emisiones y consumos (siempre desde el punto de vista del CO2). El resultado inmediato fue un incremento de las matriculaciones de forma exponencial en julio y agosto (la norma entró en vigor en septiembre), llegando a rozar el 50% de aumento respecto al mismo mes del año anterior. Demasiado bonito.

Justo en ese momento llegaron los otros dos puntos clave, dos noticias preocupantes para una parte del sector. Por un lado la intención del nuevo gobierno socialista de incrementar los impuestos al carburante diésel, y por otro el anuncio de que a partir del 2040 se iba a prohibir la venta en España de vehículos con motor de combustión. Todo ello formó un cóctel de fácil explosión. El resultado: descenso de las ventas y dudas en el consumidor. De hecho, las matriculaciones retrocedieron un 17% en septiembre, el 6,6% en octubre, el 12,6% en noviembre y el 4,2% en diciembre respecto a los mismos meses del año 2017.