Al zaragozano José Tomás Carvajal le gustaría independizarse ya, pero la inestabilidad del mercado laboral se lo impide. «Tengo amigos en situaciones parecidas a las mías que viven solos pero a duras penas llegan a fin de mes; yo prefiero tener un trabajo más estable antes de irme», explica. Este joven de 22 años lleva uno y medio hilvanando contratos temporales de operario en almacenes logísticos de Zaragoza después de que a mediados del 2017 decidiera dejar su empleo de cocinero en un restaurante. «Era de lo mío, porque estudié un grado de FP en hostelería, pero lo dejé porque trabajaba casi 50 horas a la semana y todos los fines de semana por 1.100 euros al mes», lamenta.

Su último contrato le ha durado cinco meses, casi lo mismo que los otros dos que ha tenido en un año y medio en diferentes empresas de Zaragoza. «Ahora buscaré en otro almacén y si no encuentro volveré a la hostelería», indica.