A poco más de un año del fin de la legislatura, la presidenta de Aragón se enfrenta a su mayor crisis de gobierno desde que llegó al Pignatelli. Su gestión le ha saltado por los aires y la está poniendo en evidencia. La política de Luisa Fernanda Rudi, fiada a contener la deuda y cumplir con el objetivo de déficit, ha fracasado. Y esto en política solo tiene un precio. Muy evidente. Pero como nadie lo paga --y ella no va a ser menos--, debería elegir este momento para activar su Gobierno y darle marcha. Su equipo no tiene ningún pulso (solo hay un par de claras excepciones) y sería un buen momento para oxigenarlo. No pensando en las elecciones del año que viene (que también lo podría pensar la presidenta popular) sino pensando en Aragón. José Luis Saz, el consejero de Hacienda, ha puesto mucho empeño pero el resultado no ha sido acertado. Su salida del Gobierno está más que justificada. La otra pata económica del Gobierno cojea en exceso desde el primer día y los grandes indicadores, sobre todo el del empleo, no le dan ningún punto a favor. Por eso, el consejero de Economía y Empleo, Francisco Bono, necesita un relevo ya. Y puestos a ahorrar, que es lo que toca ahora, tampoco estaría mal unificar los equipos de Economía y Hacienda y hacer una consejería como ha existido durante muchos años. Una sola persona al frente y muchos menos directores generales y asesores. Y aprovechando la crisis, otro cambio necesario sería el de Sanidad. Ricardo Oliván no da más de si. Todos saldríamos ganando. En conjunto, Rudi debe inyectar un plan político, con proyectos e inversiones. Es el mejor momento y la única solución ya que no quiere pagar su error.