Durante las obras del tranvía se lanzó una campaña de concienciación titulada Para, mira, pasa que llenó de cartelones y vinilos todo el trazado. El mensaje, dirigido a los peatones, caló tanto que aún hoy, sin ellos en la calle, todos los zaragozanos recuerdan. Entonces el motivo era la entrada en la escena urbana de un usuario, el Urbos 3, que llevaba 37 años desaparecido. Hoy ya es uno más. Su señal acústica que alerta de su proximidad forma parte del inventario de sonidos habituales de la capital, casi como el Bendita y alabada sea la hora de la plaza del Pilar o el tráfico en el paseo María Agustín en hora punta. Ya no extraña a nadie oirlo.

Pero ahora toca reflexionar, el 2018 ha empezado con cifras muy negativas y, pasado el dolor por el fallecimiento de dos personas, toca buscar soluciones para intentar que la estadística mejore. «¿Hay que asumir que esas son las cifras y quedarnos de brazos cruzados?». Esta es la pregunta que lanza Fernando Navarro, portavoz de la asociación Acera Peatonal, a los responsables municipales y técnicos, a «los que saben», porque entiende que en cuanto se superan los 200 atropellos hay que actuar. «Si nadie hiciera nada, inventos como el claxón o el airbag, que hoy salvan vidas, no se habrían descubierto». «Aceptamos que esa es la estadística y ahí seguimos», analiza.

En su opinión, a esos responsables políticos «se les llena la boca de hablar de concienciación» cuando «no consiste solo en una cuestión de educación o de campañas en las redes sociales -en referencia a iniciativas como Respeta la cebra, que puso el ayuntamiento recientemente-, porque la realidad es que está habiendo atropellos mortales y no se está haciendo nada».

Incluso con el tranvía, «que no es Dios», destaca Navarro, que ve «exagerado» que se aborde como un problema que sea un medio de transporte silencioso. Su análisis no está falto de lógica: si el semáforo está en rojo, lo está para todos los usuarios de la vía, «no deberíamos pensar en si el peatón es el culpable o si iba despistado». «La mitad de los desplazamientos se hacen a pie y la calle muchas veces es un hervidero de gente», añade.

Por último, apunta otra reflexión: «una forma de mejorar y no empeorar las condiciones para los peatones es no mezclar su movilidad con la ciclista». Cada vez más ciudades se van dando cuenta de que al hacerlo pierden todos, principalmente el peatón».