"Trabajo en verano para pagarme la matrícula. No me queda otra". Inés Córdova (22 años) lo tiene claro. "No me queda otra", reconoce. Vive en Cadrete y este es su quinto año trabajando como socorrista en la piscina de Aínsa.

Responde al perfil clásico de la hormiga que trabaja en verano para tener grano en invierno. Con lo que gana de socorrista tiene para pagarse los estudios del año siguiente: "Estudio Psicología en la Uned y yo creo que la matrícula es incluso más cara que en otras universidades, pese a que las clases aquí no son presenciales", se queja.

En Calatayud tiene a su disposición tutorías con los profesores, pero no suele acudir por lo que tarda en ir y volver y el poco partido que les saca. Además, el primer año estuvo apuntada en una academia y eso supone un notable desembolso añadido. "Estoy en segundo, aunque arrastro algunas asignaturas de primero. Y empecé más tarde de lo normal", reconoce. Sabe que lo que avance solo depende de ella y no quiere eternizarse. Pero no durante el resto del año también tiene que buscarse la vida: "He trabajado como camarera, he sido captadora de socios para una Oenegé, he hecho de canguro cuidando niños pequeños, he trabajado como vendedora en varias tiendas, he dado clases particulares. Vamos, que trabajo en lo que sea", resume.

Ahora en verano no puede perder de vista los libros. Septiembre parece lejano, pero ya asoma amenazante con varias asignaturas. "Me organizo mejor teniendo un trabajo porque cojo una rutina y eso me exige cumplir unos horarios. El primer año me pasaba las tardes en la biblioteca y no aprovechaba igual que teniendo que ir a trabajar", recuerda. Como en el primer trimestre de este curso, en el que no encontró trabajo por la crisis. "Pero ahora me reparto mejor las horas. tener menos tiempo para todo te hace ver que lo tienes que aprovechar bien porque si no, no llegas", reflexiona.

Hasta ahora, en los trabajos que ha tenido no le han puesto ningún problema para cogerse horas o días para estudiar de cara a los exámenes. "Me han ayudado bastante. Luego lo he tenido que devolver esas horas, claro está, pero siempre me han concedido lo que he necesitado".

Como cualquier estudiante que disfruta con su carrera, Inés quiere ejercer, "Me gusta bastante, pero lo veo bastante lejano todavía. Me encantaría poder dedicarme a atender a personas que han sido víctimas de catástrofes naturales, por ejemplo", comparte. Por encima de todo tiene claras las ideas: "La carrera es fundamental, pero seguiré trabajando a la vez, no me queda otra".