La noticia de la abdicación del Rey de España ha sido portada en los medios internacionales y lideres de todo el mundo han elogiado su labor. Como corresponde a quien fue consciente de que debía arriesgarlo todo para traer la democracia a España, articular una admirable transición democrática, conservar esa democracia incluso desarticulando un golpe de Estado, posibilitar en suma que el pueblo español tuviera las riendas de su destino, alcanzando, sobre esas bases, el periodo mas próspero y de libertades de que hemos gozado.

Para hacer de España, especialmente cuando era representada por su Rey, una gran nación internacionalmente respetada. Singularmente, no solo en la Unión Europea, sino también en lberoamérica --área en la que la Constitución le da atribuciones especiales-- y en los países árabes. Lo saben todos los españoles. Que intuyen, además, y aciertan, que hay muchísimos otros servicios de moderación, de consenso, de concordia, que el Rey ha desplegado en pro de los supremos intereses nacionales, aunque no se hayan divulgado.

LA CLARIVIDENCIA y el coraje del Rey, que existían desde mucho antes --yo lo supe, con certeza, en marzo de 1970-- se pusieron en marcha en noviembre de 1975. Hizo lo que tenía que hacer, siempre pensando en España y en todos los españoles, a quienes deseaba servir.

Por eso apoyó la legalización rápida del Partido Comunista de España (recordemos los muchos años que estuvo prohibido en la democrática Alemania Federal) al tiempo que su líder Santiago Carrillo aceptaba la transición, la Constitución y la Monarquía parlamentaria que, contra lo que hoy sostiene el líder de IU,Cayo Lara solo puede ser democrática. Reino Unido, Holanda, Bélgica, Noruega, Suecia, Dinamarca, y otras tantas.

Pilota la operación de Estado del ingreso del Reino de España en el templo de la democracia europea, el Consejo de Europa, pese a no tener aún una Constitución democrática. Y en ello le acompañaron Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo y Manuel Fraga.

Juan Carlos I ha dado, como buen Rey contemporáneo, estabilidad y valor añadido a España en las relaciones internacionales políticas y económicas, en el propio proceso de integración europea, en el que, como decía el Marqués de Mondéjar, su mejor servidor, la Corona daría un plus que a la vista está.

Rajoy, Pérez Rubalcaba, González y Guerra han venido a coincidir en que sin el rey no hubiera venido la democracia. Para las jóvenes generaciones habrá que añadir que para lograr eso tuvo que arriesgar la Corona llamando al Gobierno a Adolfo Suárez --confieso que me cuento entre los que, desde la lealtad, llamé a la Zarzuela para protestar, recibiendo seguridades de lo que luego efectivamente ocurriría--, y años después que frenara, el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.

SIN EMBARGO, la aportación de Juan Carlos I a España, a su modernización, a su progreso, es mucho mayor que todo esto, con ser muy importante. Y el que, perfecto él, esté libre de errores en su vida...

Ha abdicado ahora. Y le sucederá Felipe VI, "el Príncipe de Asturias más preparado de la Historia de España", sí, pero desde la perspectiva del interés nacional bien entendido en pleno siglo XXI.