Los vacíos que deja la despoblación pueden ser un vivero para las experiencias transformadoras. Las relaciones sociales, económicas y de poder pueden construirse desde cero cuando el entorno permite esquivar algunas de las lógicas del capitalismo. Que los pueblos aragoneses se están quedando cada vez más vacíos y las ciudades, especialmente Zaragoza, están incrementando el número de habitantes es un hecho. Que de esta realidad solo se pueda extraer una lectura negativa es lo que trata de cambiar el alcoleano Miguel Ángel Lapuyade, que tras 30 años residiendo en Barcelona, decidió trasladarse a Aldea de Puy de Cinca, un diseminado de la localidad oscense de Secastilla.

Tras ejercer en la formación de adultos y en la Educación Secundaria, decidió cambiar su estilo de vida por un modelo basado en la agroecología y en la autoconstrucción. Una apuesta por una «vida plena y satisfecha y es una de las maneras de mantener la dignidad en esta sociedad», afirmó.

El proyecto, que nació hace cuatro años y que comparte con Belén Álvarez, adopta el nombre de laboratorio de ruralización. Ambos dedican parte de su tiempo a la conservación de su huerto y el cuidado de diversos animales. Además, organizan actividades dirigidas tanto a niños como adultos en las que tratan «todos los puntos de la vida rural» y donde hacemos que los participantes entren en contacto con la naturaleza. Con los niños llevan a cabo iniciativas en las que están en contacto con los animales, el ecosistema y fabrican juegos infantiles con barro y madera.

Desde que les presentaron el proyecto, la UAGA les ha facilitado las instalaciones donde desarrollan las actividades «de carácter pedagógico». Asimismo, han contado desde el primer momento con el apoyo del Ayuntamiento de Secastilla y han recibido diversas subvenciones, algo que les permite ofrecer gratuitamente algunos de sus servicios.

En Aldea Puy de Cinca, únicamente residen ellos «aunque muchos vienen en determinadas temporadas del año y otros llegan a ayudarnos con el proyecto», explicó el responsable del enclave altoaragonés. El objetivo es «potenciar resistencias al neoliberalismo desde la horizontalidad».

NUEVAS INICIATIVAS

El próximo taller que Álvarez y Lapuyade van a impartir es el de compostaje, a finales de septiembre. Se trata de unas sesiones en las que mostrarán diversas técnicas de hacer el abono natural que provoca la «reconstrucción del suelo activando los organismos que tiene la tierra a base de estiércol y lombrices», explicó Lapuyade.

Cada curso, que se puede consultar en alberguecasasalinas.blogspot.com, se forma con 15 personas y suele asistir gente de la Ribagorza, Sobrarbe, Zaragoza e incluso Barcelona. Poco a poco, el laboratorio de ruralización va teniendo más cabida en los planes de los aragoneses y se erige como una alternativa a la despoblación rural. «Nos gustaría presentar nuevas formas de vivir y de socializarse», indican. El empeño tiene sentido cuando uno de cada cuatro municipios está en riesgo de desaparición, especialemte en Teruel.

Cambiar su estilo de vida era algo que Lapuyade llevaba pensando un tiempo y, con la fuerza de Álvarez, pudo hacer realidad.