Calma. Veamos cómo funciona el experimento. Veamos si el aumento de espectadores compensa la bajada de precios. Los dueños de los cines estuvieron ayer expectantes, pendientes de sus cajas registradoras y cruzando los dedos para que el público respondiera en masa a Miércoles al cine, la nueva iniciativa del sector para que los miércoles no festivos las entradas para cualquier película y sesión sean low cost (rondan los 3,90 euros y no los 9 habituales). La Federación de Cines de España ofrecerá hoy los datos de asistencia. Pero bastaba echar un vistazo ayer a algunas salas para intuir que serán buenos, mejores que los del miércoles de la semana pasada (cuando no había promoción), aunque seguramente no tan astronómicos como los que se registraron en octubre durante la Fiesta del cine, con un millón y medio de entradas vendidas en tres días (costaban 2,90 euros).

Miércoles al cine tiene fecha de caducidad. Expira el 15 de abril. Ahora bien, si el experimento funciona y la asistencia de espectadores compensa la reducción del precio, los exhibidores serán los primeros interesados en alargar la iniciativa. Pero que nadie se engañe, las salas no van a establecer el low cost para todos los días de la semana. Enrique González Macho, presidente de la Academia de Cine y propietario de la cadena Renoir (que hace años fue una de las más potentes --en Zaragoza tuvo que cerrar--), ha repetido hasta la saciedad que un cine tiene demasiados gastos fijos --alquiler, digitalización, personal, mantenimiento y electricidad-- como para que compense poner las entradas siempre a unos 3 euros.

NO ES RENTABLE

En opinión del presidente de la Academia, para que ese precio fuera rentable, las salas deberían estar llenas a reventar cada día. Algo que, según González Macho, es imposible y solo se da en ocasiones puntuales, como ocurrió en octubre con la promoción a 2,90 euros o como sucede en los festivales.

Que las salas son las primeras interesadas en volver a enamorar al público lo demuestra la cantidad de ofertas que lanzan. Hay empresarios, sin embargo, que han tirado la toalla. El pasado lunes, en la gala de los premios Forqué, el productor Enrique Cerezo se quejó amargamente de la caída en picado de espectadores de pago. Cerezo cerró el 8 de enero el cine Roxy de Valladolid, el más antiguo de la ciudad y una de las sedes de la Semana Internacional. En su lugar, se levantará un casino. No es la primera vez. El Coliseo Albia de Bilbao (que daba nombre a un potentísimo circuito de exhibición) es desde hace unos años otro casino. En Zaragoza cerró Cinesa Augusta.

Mientras, los cines que siguen aguantado confían en que medidas como Miércoles al cine hagan que el público vuelva a apostar por la oscuridad y la pantalla grande. A diferencia de la Fiesta del cine, que lleva implantada varios años en España, hace mucho tiempo que la industria no incorpora un día oficial low cost. Así que, paciencia, y a ver cómo respira el público. Y, sobre todo, las cajas registradoras.