Grupos de radicales se enfrentaron ayer con la policía en el centro de París durante la manifestación del Primero de Mayo, convocada por el sindicato Confederación General del Trabajo (CGT). Las fuerzas del orden habían extremado las precauciones y desplegado a lo largo del trayecto, de la plaza de Bastilla a la de Italia, un total de 1.500 policías y militares.

Poco después del inicio de la marcha, la policía colgó en su cuenta de Twitter que había detectado a unos 1.200 individuos enmascarados y encapuchados a la altura del Puente de Austerlitz, más o menos en la mitad del recorrido previsto. Integrantes de ese grupo lanzaron proyectiles contra los agentes, que respondieron con gases y cañones de agua. Un restaurante McDonald’s resultó dañado, así como un concesionario de coches e inmobiliario urbano, como contenedores de basura, como consecuencia de los cócteles molotov y objetos incendiarios tirados por los radicales.

El ministro francés del Interior, Gérard Collomb, condenó «con firmeza» la violencia y el vandalismo, y aseguró también en Twitter que se había puesto todo a disposición para cesar «estos graves altercados al orden público y detener a los autores de esos actos incalificables».

Por otro lado, en Cuba, cientos de miles de personas marcharon en una jornada de escaso contenido laboral y que quiso reflejar el respaldo al nuevo presidente, Miguel Díaz Canel. Las manifestaciones en Brasil tampoco se centraron en las reivindicaciones laborales. Las mayores centrales sindicales del país transformaron las protestas en un clamor para exigir la liberación del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, preso desde el 7 de abril por corrupción.