Sin tiempo apenas para digerir los resultados electorales del pasado domingo, los partidos aragoneses tienen solo una semana de tregua para hacer sus respectivos análisis del vuelco electoral vivido antes de embarcarse en la segunda parte de esta primavera electoral. Es momento de iniciar la campaña de las elecciones municipales y autonómicas y todos empiezan ya a preguntarse si los resultados obtenidos serán extrapolables a lo que suceda el próximo 26 de mayo.

El escenario será bien distinto, con una izquierda con más opciones para elegir, fracasada la confluencia. Aparecerán en escena dos fuerzas aragonesistas, PAR y CHA, cuya militancia votó mayoritariamente a otras fuerzas en las elecciones generales debido a la elevada movilización que se vivió el pasado domingo, pero que ahora contará con sus formaciones. Otra incógnita será saber si el sorpasso producido en la derecha se repetirá en mayo o si bien el PP resistirá, por su mayor presencia territorial. También está por ver si la extrema derecha de Vox continuará con el viento a favor o por contra ese voto ultraderechista volverá a ser absorbido por un PP que ha sido el gran derrotado en las urnas el pasado 28 de abril.

CLARA REVÁLIDA

A priori, por tanto, pocas conclusiones se pueden extraer, si bien la tendencia ha puesto sobre aviso a todos los partidos. Y, en el fondo, será una clara reválida para todos los candidatos autonómicos y municipales y una buena evaluación de sus liderazgos, por mucho que el discurso y las motivaciones de losvotantes puedan ser diferentes.

El escenario del pasado domingo deja bien a las claras que, en realidad, el bloque izquierda-derecha sigue prácticamente inamovible. El votante pudo cambiar de siglas, pero no de sesgo ideológico. Si se comparan los resultados obtenidos en junio del 2016 con los de la cita del pasado domingo, se observa que PP y Ciudadanos obtuvieron un 51% de los votos. Exactamente el mismo porcentaje que han obtenido en esta convocatoria, pero con un partido adicional, Vox.

Resulta determinante comprobar que el PP ha pasado del 35% al 18% de los apoyos. Coincide con el 12% que ha aumentado Vox -lo que confirma que el discurso más extremista del PP ha propiciado el aumento de esta nueva formación- y con el 4% que ha ganado Ciudadanos, formación que con un 20% de los votos se ha convertido en la segunda fuerza política aragonesa y, de confirmarse este mismo resultado en las elecciones de mayo, se erigiría en líder de la oposición. Algo en lo que no quieren ni pensar los populares. Además, Ciudadanos se ha quedado a 77 votos de obtener un segundo escaño en la provincia de Zaragoza, que perdería el PSOE. Mañana se despejará esta incógnita, que está pendiente del escrutinio del voto de residentes en el extranjero.

Ese Aragón partido en dos mitades, en dos bloques ideológicos, ofrece la misma fotografía que el mapa electoral español, en el que 11,2 millones de votantes se decantaron por una formación de izquierdas frente a 11,1 millones que lo hicieron por una de derechas. Y con ellos, más de 2,2 millones de votantes de formaciones nacionalistas que configuran un mapa político complejo y que solo se puede salvar desde la política. Los ciudadanos así lo expresaron claramente con su posición en las urnas. En España y Aragón. Rechazaron discursos de crispación y apostaron por el de la moderación. La España «secuestrada por okupas, amigos de ETA, independentistas y comunistas» que algunos partidos visualizaron en sus discursos no es la que ha apreciado la mayoría que claramente ganó las elecciones en Aragón y España el pasado domingo.

¿Se modificarán los discursos en la campaña que está a punto de empezar? Esa es una de las incógnitas de la segunda parte de esta intensa primavera.