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Eran dos, tan grandes como la zona de una pista de baloncesto, y todo el mundo quería estar cerca de ellas. Por el olor, quizá, o porque el estómago ya rugía. Sea como fuere, las dos paelleras crearon una larga cola, tanto que no había párking, el del Carrefour del Actur, para contenerla, y tenía que doblarse para ganarle espacio a la explanada. Los que vencieron al sol, implacable, y a la fila, inacabable, tuvieron recompensa: un buen plato de paella. Y un vino del somontano o una cerveza, pero para beber, menos mal, ya no había que combatir a las circunstancias.

Escoltando a las paelleras, la referencia, había decenas de puestos. De comida, algunos, dedicados al ocio, otros. La mayoría con terrazas improvisadas, con sillas o con pufs. Allí, mientras saboreaban el premio, los padres miraban a los hijos, ocupados en las ruletas, con premios y sin apuestas, intentando encajar un balón en un agujero o dando pedaladas. Y es que no había ciclistas --estaban descansando y entrenando-- pero sí bicicletas.

Eran solidarias. Un kilógramo de comida por un minuto rodando. Los que preferían competir, podían esprintar: el que recorría más metros virtuales con la bici estática en 30 segundos, subía al podio, que estaba al lado, esperando al ganador. Pero para los que se cansaban solo con pensar en pedalear, había hinchables, una opción más tranquila.

Vicioso, de visita

No solo hubo animación en el día de descanso. Los ciclistas entrenaron por la mañana y muchos fueron a conocer el trazado de la crono. En cualquier caso, camiones de los diferentes equipos reunieron a aficionados en los alrededores de los hoteles. El aragonés Ángel Vicioso, que este año no disputa la Vuelta, visitó la concentración de su equipo, el Katusha de Purito Rodríguez, pero lo hizo en maillot y bicicleta, y aprovechó para hacer kilómetros con sus compañeros.

Contador y el bádminton

"No ha salido Contador. No hemos visto a nadie del equipo", se lamentaba un aficionado, vestido con su equipaje de ciclista, en la puerta del hotel del madrileño. No vieron a nadie, porque el camión de las biciletas, a menudo al calor del público, estaba en el garaje. "Hoy solo se habla de Carolina (Marín)", le dijeron a Contador antes de la rueda de prensa. "Eso está bien, que se hable de otros deportes", respondió, liberado, ahora que ya dice que puede ganar la Vuelta.