A finales de la semana pasada saltó a la palestra mediática la noticia de que la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, órgano el que están representadas tanto las comunidades autónomas como el Gobierno central, ha propuesto incluir al lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, lo que supondrá la prohibición expresa de su caza y captura.

El debate estaba más que garantizado y, de hecho, así ha sucedido en los días posteriores, entre los partidarios y los detractores de que el lobo deje de ser una especie cinegética.

Tal revuelo ha contribuido, en cierta medida, a eclipsar otro de los asuntos que se debatieron por parte de esa entidad participativa dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico: la tórtola europea (Streptopelia turtur), una especie en declive en las últimas décadas, no será propuesta para figurar en el Catálogo de Especies Amenazadas en la categoría de vulnerable, ya que no contó con el apoyo mayoritario de las comunidades autónomas. Esta catalogación supondría también el fin de la práctica cinegética sobre esta especie y blindaría su protección.

La votación desarrollada en la sesión por parte de las administraciones quedó en “empate técnico” y, como única alternativa, algunas comunidades propusieron una moratoria nacional en la caza de la tórtola europea hasta que se consiga una recuperación poblacional y se ponga en marcha un plan de restauración de la especie.

Decepción conservacionista

“La política ha abandonado a la tórtola europea”, lamentaban acto seguido desde SEO/Bird Life, la Sociedad Española de Ornitología, que cifra el descenso de la especie en España en un 32% desde 1998 hasta 2019.

Esta institución considera que establecer una moratoria de la caza de la tórtola europea durante cinco años “hubiera sido una buena opción hace un lustro, acompañándose de medidas de protección de los hábitats de la especie”. Ahora, lo consideran una “medida inexcusable” que, además, llega tarde.

“La moratoria solo servirá a modo de tirita. No es suficiente. Es necesario adoptar un plan a escala nacional que permita una gestión adecuada de los hábitats de la tórtola, que son fundamentalmente medios agrarios y en donde la intensificación no sólo está dejando a la tórtola sin espacio, sino también a otras especies emblemáticas de nuestros campos, como la codorniz. Su catalogación como vulnerable hubiera sido el paraguas legal perfecto para activar todas las herramientas que la especie necesita y de la que se beneficiarían otras”, aclara la directora ejecutiva de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz, que defiende que esta especie cuenta con todos los condicionantes como para ser declarada vulnerable y tacha de “decepcionante” la negativa de las administraciones para dar paso a esta calificación.

Malestar entre los cazadores

En cambio, la Real Federación de Caza se opone radicalmente a la declaración de la especie como vulnerable, porque, entre otras cosas, eso iría en contra del Plan de Caza Adaptativa que impulsa la Unión Europea para promover la actividad cinegética sostenible.

Los cazadores acusan a la ministra Teresa Ribera de “deslealtad con todas las entidades que participan en el proyecto científico europeo de caza adaptativa”. Y añaden que ello obedece“al único interés de ignorar la ciencia para imponer los criterios ideológicos y morales de las grandes siglas ecologistas y anticaza”.

Esta organización recrimina también a Ribera haber votado hace pocos meses a favor del nuevo reglamento europeo que prevé eliminar el plomo en la munición de caza y en los aparejos de pesca.

La tórtola es un ave migratoria de la que se reconocen cuatro subespecies y se extiende por toda Europa, Asia central, la Península Arábiga y África tropical. En España puede encontrarse por toda la Península Ibérica y los dos archipiélagos.

En 2018, la Comisión Europea, aprobó un plan especial para proteger esta especie. En dicho documento se incluía una moratoria de su caza hasta que los estados aseguraran unos niveles de caza sostenibles. Su caza no quedaba prohibida, pero se instaba a los países a evaluar el estado de esta ave en su territorio y elaborar una estrategia para que sus poblaciones detengan su caída imparable.

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