Recuerda uno cuando los trenes eran lentos, pero podías viajar comiendo o cenando en el vagón restaurante, de forma más que digna en ocasiones, con lo que el trayecto se hacía corto y divertido. También de los inicios del AVE, cuando queriendo emular a los aviones, el viaje era una continua ingesta, también con resultados variables.

Ahora, la nueva operadora Iryo hace emblema de la gastronomía para que la elijamos frente a las otras. No es mala idea, teniendo en cuenta que disponen de un tren que sale de Madrid a las 21.15 y llega a Zaragoza y Barcelona a las 22.30 y 00.00 horas, respectivamente. ¡Qué mejor que disfrutar de una cena!

Que se promete excelente, ya que se esconde tras la marca Haizea, que rápidamente nos evoca la gastronomía vasca. No probamos, por desconocimiento, la cena que hay que reservar previamente con el billete y que sirven en el asiento, así que al poco de arrancar el tren nos dirigimos, esperanzados, al que creíamos vagón restaurante. Era un bar, más pequeño incluso que los ya catados del ave renfe.

Desbordada por la clientela

Allí, una pobre y única camarera se afanaba en servir bebidas, bocadillos y tapas, desbordada por la clientela que atiborraba el espacio, a la par que debía seguir su riguroso protocolo gastronómico. Tosta jamón: tuesta los dos trozos de pan de molde se supone que de masa madre –bien diferentes al de la foto–; abre el botecito de aceite –plástico, pero de oliva virgen extra– y extiende sobre la rebanada; abre el paquetito de tomate –más plástico– y extiende sobre las rebanadas; abre el sobrecito del jamón –ibérico, pero también entre plásticos– y coloca artísticamente sobre lo anterior. Todo ello por 7,50 euros y de acuerdo con su compromiso con la sostenibilidad: «apostamos por la gastronomía española y tradicional, con productos frescos y proveedores locales, reduciendo así el impacto sobre el planeta». Las flautas, agotadas antes de pasar por Guadalajara. Ante tal susto, pedimos únicamente dos cervezas. Estaban ya tibias, claro; acabaron en la papelera sin terminar.

Quizá fuera un mal día, pero en el próximo viaje nocturno volveremos a los convencionales bares de Atocha. Sabes lo que te espera.