Ahora que somos tan modernos, todos a rezar. Como siempre. Para que el futuro bebé principesco sea varón. En esto estamos casi como en China (en esto y política hidráulica). Tenemos un problemilla con la igualdad de sexos, pues la Constitución afirma --contradiciéndose a si misma, y para soslayar otro problemilla-- la preferencia sucesoria de los chicos sobre las chicas en el trono. Como para reformar la carta magna hay que cumplir tantos requisitos, si el futuro bebé es varón, podremos seguir haciendo la vista gorda durante otra década, siglo, etc. A fin de cuentas, un poco de discriminación añadida no se va a notar. Hasta ahora nadie ha rechistado. Para que las mujeres pudieran entrar a ver las pinturas de Goya en la Cartuja del Aula Dei de Zaragoza sin contravenir las normas del monasterio se construyó un pasadizo de género. También hay fricciones en el Alarde de Hondarribia. Y luego están las fricciones diarias, discriminación laboral, sueldos, palizas, crímenes y toda la gama que conforma nuestro opíparo sinvivir. La Constitución se contradice a si misma cuando da ventaja a los varones aspirantes al trono, pues en algún sitio apuesta por la igualdad. En el Artículo 14: "...sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". De manera que por propia higiene aritmética se podría suprimir lo del heredero varón sin abrir el tarro de los referéndums. Como el que corrige una errata de imprenta. Una especie de pasarela legal, similar a la que permite sortear las reglas de la Cartuja. Con chapucillas como esa, haciendo la vista gorda, la humanidad ha ido evolucionando durante milenios, en general a mejor, si exceptuamos detalles como la invasión de Irak o los ruidos de las motos. Si nace una niña, una Leti, la cosa se va a poner chunga. Porque a estas bajuras del XXI sería difícil mantener la preeminencia del macho. Quedaría un poco retrógrado, con lo modernos que íbamos siendo. Claro que hay muchos adelantos para no incomodar a la Constitución, pero recurrir a la ciencia puede contravenir a los prejuicios, y hasta las leyes, y habría que hacerlo en secreto (¡de Estado!), lo que da un poco de repelús. Así que tenemos un problemilla. Te quitas uno y sale otro. Así es la life.

*Periodista y escritor