Hay que tener a mano un kit de emergencia, por si hay que salir corriendo. Un mochilete con lo esencial: los documentos básicos, la escritura de la burbuja o piso, la tarjeta del Salud, la hipoteca, el cepillo eléctrico, los móviles de segunda y tercera generación... y no vendría mal una navaja mil usos. El portátil, o se guarda cada noche en su funda, o habrá que sacrificarlo en la huída. Lo primero es salvar el pellejo. Al primer chasquido, salir pitando. Ayer fue en Calatayud, que se abrió un socavón espantoso, pero hemos de irnos acostumbrando. Susto o muerte. A los 215 damnificados de Antena 3 les comunicaron el ERE por teléfono. El socavón puede abrirse por múltiples frentes. Desde el ictus a la dolina, pasando por magistratura. Por dentro o por fuera, por tierra mar y aire. Sin llegar a la barbarie terrorista --toca maderón--, de vez en cuando un destalentado explosiona su bombona de butano y se lleva por delante a los vecinos. O le echa ácido a su exesclava y se lía a tiros. Pero puede ser un pedrisco bíblico como el que asoló este verano a Alcañiz.

En Barbastro se pegó fuego un garaje y cuatrocientos vecinos tuvieron que salir por piernas. En Alagón se cayó un autocar. Ni en la cama se está seguro. Hasta el edredón agobia. Rozamos siempre el 11-S, alegremente vamos sorteando las simas y las atrocidades que a veces parece que nos tienen rodeados. De la inundación al socavón va un cambio de hora. En Calatayud el susto ha sido brutal, y esas familias no podrán volver a sus casas, sólo de uno en uno, a buscar el kit de emergencia, los cuatro papeles, la bata y los deuvedés, que hay que devolverlos al videoclub. Hay que tener siempre a mano el kit de fuga inminente, la escritura del nicho, la Constitución contada, el Interviu, las gafas de ver...

Dos ingenieros se han sumado a las admoniciones de los geólogos aragoneses: afirman que esa vía del AVE tiene cuatro mil veces más riesgo de lo normal. Aún hablando en términos geológicos, eso debe ser una barbaridad de riesgo. Lo menos que podía hacer el ministro Cascos es bajar el precio del billete. Pero estamos en la España Yak, que consiste en negarlo todo, en no reconocer ni las rayas espantosas de la caja negra, que son como la radiografía del crimen, el adn del avión recauchutado. Es que se quitan las ganas de separar la basura.

*Periodista y escritor