Además del enorme susto generado entre los afectados por la sima abierta ayer en Calatayud, el hecho supone un drama humano que las autoridades, con las locales a la cabeza, deben afrontar con decisión, responsabilidad y tacto. Las familias que han tenido que abandonar sus hogares y tendrán que estar fuera de ellos por lo menos durante cinco meses, deben exigir una investigación a fondo de lo sucedido para así ejecutar las obras pertinentes que eliminen cualquier duda legítima sobre las condiciones en que van a quedar los edificios. Pero al mismo tiempo, la Administración, y el alcalde Fernando Martín tiene ahí un papel fundamental, debe salvaguardar los intereses de varios pequeños comerciantes que en estos momentos tienen su negocio en el aire y para los que la angustia se ha apoderado en estos primeros momentos. Sucesos como el de Calatayud requieren de respuestas rápidas y ejecuciones aún más rápidas y seguras.