La vida de mis vecinos de la mano A, con los que vivo puerta con puerta, tiene cada vez menos secretos. No es que uno esté a la escucha de lo que sucede al otro lado, no soy ni voyeur ni oyeur , pero es que con paredes de papel la intimidad del otro resulta imposible. En los apartamento de ahora no tienes garantizado el apartamiento. Por eso sé qué radio escuchan por las mañanas o cuántas veces poner el tostador y la lavadora. Pero a fuerza de repetir los ritos cotidianos, a los vecinos del piso A ya casi no los oigo: me he acostumbrado a sus sonidos de siempre, como a los coches que pasan por la carretera de delante.

Sólo lo excepcional me poner alerta los oídos y sé que se traen entre manos un gran proyecto: están preparando un viaje. No para el próximo puente de Constitución, sino con unos años vista. Pero ya han desplegado el mapa y están en fase de recabar ayudas, respaldos de unos y otros para su ambiciosa aventura. Ayer le oí decir a ella: "Estamos en lo mejor del viaje". Eso es lo que tienen los preparativos, que irrumpen ilusiones por lo venidero, aunque no todavía no tengas los billetes en el bolsillo. Vaya, vaya: el futuro promete. Mi pareja de vecinos son algo tradicionales en cuanto al reparto de papeles, a la distribución de funciones: El está diseñando la ruta, mientras ella ha abierto la maleta con ruedas encima de la cama y ha empezado a meter el cepillo de dientes y alguna otra cosa más. A él y a ella les oigo silbar, hablar mucho de sus planes. Incluso han ido invitando a su casa a bastante gente para recibir respaldos para el viaje. Hay que reconocer que últimamente se están trabajando la fase previa, la etapa prólogo.

Mis vecinos, con el trajín de las vísperas, se parecen mucho a esta Zaragoza que apunta al 2008, la Ciudad H20, la del meandro de Ranillas y el agua para el desarrollo. La Expo empieza a flotar en el ambiente, se vuelve sostenible entre todos. Quieren soltar por Aragón lo que algunos han bautizado como el virus del entusiasmo que va justo en dirección contraria del virus flojico-flojico . Pero, claro, el viaje hacia la Expo no es cosa de dos, es de todos.

Y como han dicho estos días de ajetreo expositivo, la cita del 2008, si se consigue, no puede quedar como algo aparte, en un meandro. La Expo debe empapar la ciudad entera y a todos. El viaje de los vecinos es nuestro viaje.