Las instituciones aragonesas y el Gobierno central están obligados a entenderse si quieren que el proyecto de la Expo 2008 de Zaragoza y el plan de riberas del Ebro salgan adelante. Es hora de ponerse a trabar y si es necesario constituir una consorcio mixto en el que se establezca lo que cada uno tiene que aportar, que se haga, pero que se haga ya. Es el momento de aunar esfuerzos y no de dividir. La Expo es crucial para Zaragoza. No es un punto de destino, sino de partida para que la ciudad se suba al tren del siglo XXI y ocupe el sitio que se merece entre las principales ciudades europeas. Todo lo demás será perder tiempo y posibilidades.