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DE NEGROS Y MOROS

El seleccionador nacional de fútbol, Luis Aragonés, nuevo y semental símbolo de la raza aria, versión Hortaleza, imparte doctrina racista

Parece ser que el nuevo seleccionador nacional de fútbol, Luis Aragonés, también llamado, por sus dones de gurú, Sabio de Hortaleza , cree firmemente en la superioridad de la raza blanca sobre aquéllas otras que, como la de color, considera inferiores, o en alejado estadio de evolución.

A fin de que los jugadores de la selección, sus discípulos o pupilos, amén de las nuevas tácticas, vayan imbuyéndose del espíritu ario, netamente ganador, e implacable frente al adversario, con que el míster piensa reforzar a la moral del equipo, el buda de Chamberí quiso durante el último entrenamiento poner un ejemplo práctico de la revelación de su dogma. Cogió por la colleja a Reyes, que es un jugador de raza blanca, española, concretamente, pero que compite en la pérfida Albión alineándose con futbolistas de sangre oscura o mestiza, y le espetó, delante de sus compañeros: "¡Demuestra que eres mejor que ese negro de mierda!"

Los asombrados testigos de la revelación del nuevo mandamiento, o apelación testicular, genérica, racial, a las columnas de nuestra selección patria, al torerío y la furia, pudieron deducir que el "negro ése" no podía ser otro que el francés Thierry Henry. Uno de los mejores futbolistas europeos, al que Francia debe, entre otros títulos, un Campeonato del Mundo y una Copa de Europa. Una estrella, realmente, un deportista ejemplar y un jugador de una elegancia innata, cuyas fintas en el área elevan el espectáculo a categoría estética.

No hace mucho, si recuerdan, a otro famoso entrenador inglés, también, como Luis Aragonés, ilustre ario, Atkinson, del Manchester, se le escapó desde el banquillo una frase peyorativa contra uno de sus jugadores de color. El desdichado comentario, en la línea de las consignas del Sabio de Hortaleza , fue emitido por televisión; como consecuencia, el escándalo forzó a Atkinson a presentar la dimisión de su cargo.

Al Sabio , por supuesto, ni se le habrá pasado por la cabeza la posibilidad de dimitir. No, al menos, mientras José María Aznar siga llamando "moros" a los árabes desde el púlpito de Georgetown, no mientras no le haya propinado a "ese negro" de Henry la balompédica paliza que él y sus compañeros de piel bruna merecen recibir sobre una cancha de fútbol.

Libre del hándicap de la negritud, consciente de su innata superioridad sobre las etnias africanas, Luis Aragonés se nos ofrece, por tanto, como un acabado ejemplo de la evolución del homo sapiens en su práctica deportiva. No importa demasiado que el acento de Lavapiés la encanalle la voz, ni que el palillo en la boca y el aliento a chinchón nos recuerden a un calavera de zarzuela; tampoco debe empañar la pureza de su espíritu el hecho de que se afeite una vez por semana, ni que del pelo graso le rezume algo así como un bucle de tocino rancio.

Para nada debe importar a la Federación o al Gobierno que el Sabio ofrezca al mundo la imagen de un gañán de permiso, ni que en su fuero interno se crea realmente que los futbolistas de color deberían estar recolectando aceitunas, con el sol en la espalda haciéndoles brillar el hierro. Pues Luis seguirá con sus bromas de vestuario, al frente de nuestra blanca selección.

*Escritor y periodista

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