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OFRECIMIENTO ENVENENADO DEL PP

El Partido Popular está gozando sosegada y sigilosamente del triunfo de George W. Bush. Antes de las elecciones norteamericanas, cuando los populares pensaron que podía ganar John Kerry, disimularon su adhesión a Bush por el rechazo que la inmensa mayoría de los españoles sienten por su credo integrista y ultraconservador. Ahora, con una moral de acomodo, el Partido Popular pretende ocupar la posición de ventaja de la cercanía de Aznar a Bush con el desgaste de la impopularidad del presidente reelegido atemperado por su victoria electoral. En ese contexto, Mariano Rajoy, que no desaprovecha ninguna mano, ha ofrecido a José Luis Rodríguez Zapatero los servicios del expresidente Aznar para buscar un acercamiento y un entendimiento con el reelegido presidente del país más poderoso de la tierra.

La iniciativa sería generosa y acertada si no contuviera veneno. Lo que en realidad le está brindando el líder del PP al Gobierno socialista es un cambio en la política internacional y la aceptación de las doctrinas de José María Aznar y de su incondicionalidad pro norteamericana en sustitución de la nueva posición española. Para realizar la política que diseñó Aznar, nadie mejor que él mismo. Pero en estas cuestiones, la jugada de ventaja del PP siempre está condicionada al disimulo necesario para no acumular desgastes. La pregunta pertinente es: ¿tenemos que acomodar nuestra posición internacional a los credos de quien ocupe la Casa Blanca en cada momento renunciado a cualquier criterio propio? ¿La posición de España en el mundo tiene que desistir de cualquier autonomía en función del bien único y supremo de complacer al presidente de EEUU?

Hay demasiadas opiniones encubiertas que pretenden, al mismo tiempo, la complacencia de la Administración norteamericana y sortear el rechazo de la ciudadanía española al unilateralismo y al belicismo internacional de Bush. Estas cosas debieran ventilarse en sede parlamentaria, con un debate de política internacional en el que todo el mundo fijase su posición en el nuevo escenario renovado de una victoria de Bush. Allí, en el Congreso, es donde el PP nos debiera informar de si sigue siendo partidario de los parámetros políticos que le hicieron perder las elecciones. A no ser que para Aznar y los suyos sea más importante la victoria de Bush que la suya propia. *Periodista

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