Síguenos en redes sociales:

CUENTOS DE MIEDO

El poder necesita que el pueblo tenga miedo, por eso crea sistemáticamente enemigos. Si repasamos las últimas décadas de historia, podemos encontrar un rosario de personajes demonizados

José María Hinojosa Cobacho, El Tempranillo , fue un bandolero de lo más temido y perseguido por las sierras andaluzas en la primera mitad del siglo XIX. Sin embargo, al cabo de unos años, a instancia de un grupo de terratenientes, fue indultado y nombrado comandante del Escuadrón Franco de Protección y Seguridad Pública de Andalucía, con la bendición pública del obispo de Córdoba. El caso de El Tempranillo es un buen ejemplo de lo que suele acontecer en la historia: el poder, los grupos hegemónicos existentes en una sociedad reparten etiquetas de bueno-malo, héroe-criminal, amigo-enemigo de acuerdo con sus intereses socioeconómicos e ideológicos. Actualmente estamos asistiendo al mismo espectáculo.

Como botones de muestra, Idi Amín Dadá, otrora sanguinario dictador y autoproclamado Presidente vitalicio de Uganda, apodado El carnicero de Africa , murió tranquilamente en la cama de su mansión de Arabia Saudí hace poco más de un año. Al parecer, algunas potencias occidentales recompensaron sus servicios prestados con su silencio y contubernio. Arafat ha sido tildado de peligroso terrorista internacional, pero Sharon y su régimen resultan intocables, impunes y amparados incluso en la ONU principalmente por Estados Unidos. El penúltimo personaje satanizado es Sadam Hussein, envuelto ahora en el más espeso mutismo. Convertido en peligro mundial de primer orden, su país sufrió dos ataques masivos, un bloqueo económico despiadado y continúa padeciendo una guerra y unas calamidades a las que no se ve fin. Bajo la falsa acusación de poseer armas de destrucción masiva y amparar redes terroristas, Irak ha sido blanco de una agresión ilegal, maquillada como "guerra preventiva". Anteriormente, el mundo quedó horrorizado tras ver cómo soldados iraquíes sacaban a bebés kuwaitíes de sus incubadoras y los dejaban morir.

AL CABO DE un tiempo, nos enterábamos de que se trataba de una noticia falsa, urdida por los servicios de inteligencia norteamericanos. Tras el derrocamiento de su régimen, las cosas están peor que antes, salvo para quienes codiciaban el dominio de sus recursos energético y el establecimiento de unos centros militares de control en esa región, tan importante, del planeta. Pero las varas de medir están siempre en manos del poderoso: combaten el terrorismo internacional.

Hace unos años, los mujaidines afganos eran apoyados y armados por Norteamérica en su lucha con la Unión Soviética. Después, sobre todo cuando convino bombardear y ocupar Afganistán, fueron mutados en seres execrables. Hasta ese momento, Osama Bin Laden, como el resto de su supermillonaria familia, amigos y socios de la familia Bush y de importantes holdings financieros e industriales estadounidenses, era bien visto y recibido, e incluso había sido reclutado como colaborador de la CIA. Hoy, Al Qaeda es la encarnación del demonio y Bin Laden, Lucifer. El miércoles pasado, la BBC emitió un programa especial sobre este asunto y concluía que buena parte del entramado responde a la manipulación propagandística de los servicios de inteligencia y de las verdaderas cabezas maquinadoras de algunas potencias occidentales. Hace también una semana, Kabir Mohabbat, un empresario afgano afinado en Texas, relataba que, desde finales de los 90 hasta bien pasados los atentados del 11--S, se le ha puesto en bandeja en diversas ocasiones a la Administración norteamericana la oportunidad real de apresar a Bin Laden. Como única respuesta, los gobiernos de Clinton y Bush lanzaron cortinas de humo y, entre otras cosas, un devastador ataque a las cavernas de Tora Bora, a la caza de Osama y otros dirigentes de Al Qaeda. ¿Palos de ciego o manipulación propagandística?

EL PODER necesita que el pueblo tenga miedo; por eso, crea sistemáticamente enemigos. De hecho, si repasamos las últimas décadas de historia, podemos encontrar un rosario ininterrumpido de personajes demonizados, de los que se nos pretende salvar. Así, en las recientes elecciones norteamericanas el electorado ha respondido en consecuencia. Lo malo es que también responden los agredidos y los amenazados, aunque suelen pagar el pato los inocentes. Actualmente, los últimos demonios, producto de una generalización masiva y criminal portan el Corán.

Para colmo, quizá esos manipuladores se desternillen de risa por las tragaderas de tantos, que engullen todos los cuentos que se les va ocurriendo. Nos tratan como a idiotas. Ignoran así el adagio latino agere sequitur esse : las acciones son producto y reflejo de quien las realiza.

*Profesor de Filosofía

Pulsa para ver más contenido para ti